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No, no soy eso que hay entre la espada o la pared.
Soy la espada, o soy la pared.
Pero tú serás quien este entre medio, en ese dilema.
Seré lo que te sujete, o seré lo que te mate.
Tenlo presente, yo no soy dilema, yo soy yo.
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Guardo esa pequeña nota entre las hojas de un libro. Suspiro
y en parte muero de alivio y a la vez de angustia. La tapa de cuero antiguo me
mira, con sus letras doradas clamando el título.
Es tarde y no me apetece seguir leyendo sobre amores
imposibles y juego de camas.
Ocho horas de sueño, suena el
despertador y lo vuelvo a apagar. Suspiro y me doy la vuelta en la inmensidad de
la cama, una cama vacía. El techo, blanco, está apagado ligeramente e iluminado
a trozos por la luz de la mañana. Si
cierro los ojos puedo escuchar a los
pájaros de los arboles vecinos, como los primeros coches pasan por la calle, y las prisas de las
personas junto las risas de los niños al colegio. No niego que me agrada
remolonear en la cama, es un vicio insano o sano, mírese por donde se
quiera. Tras unos minutos me pongo en
pie y cojo la bata del respaldo de la butaca de color crema que asienta apenas
a unos metros de la cama. Me hago un lazo en la cintura y me calzo las
zapatillas aplumadas que son tan cómodas.
Las doce de la noche, tras bajar las escaleras cual
cenicienta perturbada, entro en el Cadillac que me espera a pie de calle con una puerta abierta. El hombre de mi lado sostiene un paraguas
negro con el que la fina llovizna se desliza sin mojar apenas ápice de tela.
Tras adentrarme en el automóvil y cerrar la puerta noto como la calefacción me
abraza y me pide que me quite el abrigo de pieles. Media hora más tarde me
encuentro frente a una gran casa, una fuente que hace las veces de rotonda para
los coches a más de un leve jardín cuidado y verde, aunque el verde me lo
imagino, las luces blanquinosas emancipan el color con un tizne blanco
nieve. Se vuelve a repetir, salgo del coche y ahí está el conductor,
paragua en mano dispuesto a acompañarme hacia la puerta de fina madera blanca
con cristalera transparente.
La puerta
está abierta y me lo hace saber el conductor cuando lleva la mano al pomo y lo
gira abriéndola sin ninguna de dificultad. Le dedico una simple y breve
sonrisa y asiento para empujar con una mano la puerta y poder entrar dejando
atrás a dicha persona que se ocupa de cerrar la puerta mientras unas espesas
cortinas blancas caen por las cristaleras de la entrada oscureciendo
parcialmente la entrada de la casona. Sonrío, y miro al frente, pies
juntos, estática, con un pequeño bolso sostenido por una de mis manos. No se
hace de esperar, aquella presencia que he sentido me recorre la espalda, amolda
las manos en mi cintura y avanza poderoso a mi vientre, me aferra y tira de mí,
pegándome a su torso imponente y amplio. Hunde su nariz en mi cuello e inspira.
Yo cierro los ojos y sonrío aún más mientras la mano libre y desposada, cabe
decir si no, sobre una de las suyas que andan por encima de mí vestido mientras
disfruto de ese instante.
-Como te he echado de menos…- murmura contra la piel de mi cuello, alterando a la sangre de mis venas
que corre ahora más deprisa.
-Y yo a ti, Alexander…- Murmuro en un arrullo similar al de
él.
Puedo notarle sonreír, lo intuyo y siento como sus labios se
estiran en esa línea ascendente en su rostro. Gruñe, para mí dulcemente y me
ciñe mucho más a su cuerpo. Reprimo un jadeo, pueril y elegante, y con un puño
en el corazón, retiro las manos que él ha posado en mi cintura dando apenas un
par de pasos para que el bufe, ansioso.
Doy varios pasos más, acercándome a una mesita redonda de caoba oscura y
más aún por la falta de luz. Dejo lo que llevo en la mano delicadamente, tras
lo que retiro mi extremidad y la llevo a mi bajo pecho, desabrochando el botón
que mantiene el abrigo cerrado. Sé que no hace falta pedírselo, sus manos ya
agarran con destreza el abrigo y lo hace caer por mis brazos, dejándolo sobre
la mesa de mala manera. “Nunca
aprenderá” me reprocho a mí misma y a él mentalmente. Sus manos vuelves a
encarcelarme contra él, esa vez advierten al subir un poco más hasta las
costillas de donde prefiere ir.
Con una pequeña risa me zafo de su amarre, disgustándole al
notar un chasqueo de lengua. Ladeo hacia atrás brevemente el rostro para
mirarle y le muestro una sonrisa divertida, comprende al parecer que no me
niego, y que solo me hago de rogar.
Rodeo la mesa acariciando con las yemas de los dedos la superficie,
bordeo y me coloco en paralelo a ese hombre que, ahora que le veo, hace desbordar todo el erotismo que mujer
posee con tal de que sus ojos azulados te miren una milésima de segundo.
Da los primeros pasos en el juego y yo le sigo, avanzando
otros dos, se queda quieto, nos miramos y no puedo evitar sonreír. Damos unos
pasos más, dando así una vuelta a la mesa, y cuando el da un rápido paso con
tal de agarrarme de la muñeca yo doy un paso hacia un lado, desviándome a un
pasillo escuchándole como retoma sus pasos tras de mí, esa vez el paso es
normal, como si fuéramos a alguna parte de la casa en concreto, y no sé si es así
realmente. Miro hacia atrás unas cuantas
veces hasta que no le veo, ha desaparecido.
Detengo el paso bruscamente y me
doy la vuelta, no, no está. Como el agua, se ha evaporado. Me giro para mirar
al frente y sus manos ya están en mis caderas,
no es de extrañar que yo en ese momento soltara una pequeña exclamación
de sorpresa, pero es rápido y me alza del suelo mientras instintivamente rodeo
su nuca con mis brazos, dejándole que vaya a por mis labios y los devore. Pega
enseguida su cuerpo al mío y da un pequeño paso para acorralarme contra la
pared y un cuadro que noto a mi espalda clavarse ligeramente, pero más noto sus
yemas clavarse en mis nalgas con una ansiedad ya de serie en él. Me ahoga con
un beso y baja a mi garganta para aprisionar mi garganta con su boca.
Si algo se, es que en ese momento no corremos peligro y que
podemos dejarnos llevar.
Las dos primeras paginas de unas cuantas mas que ya están escritas...
Espero ser capaz de darle corriente por escrito, porque en mi cabeza ya es una película hecha.
Si en tu cabeza ya está medio montada, no te costará nada escribirla. Por lo pronto, el primer capítulo ya engancha. Escrito con mucha sutileza y elegancia.
ResponderEliminarYo hasta que no termine los exámenes no me aventuraré con mi nueva historia. Tengo esa maldición, el tiempo que me falta en los días y las ganas que no puedo exprimir =.=
Bueno nena, que está genial para ser el primero, ya lo sabes ;) Tqq
Todo los detalles han hecho que me lo imagine todo con tanta perfección y es tan fascinante.
ResponderEliminartoda esa elegancia y erotismo que inspira es digno de cualquier cosa
Un beso