Quede perpleja por tenerlo delante, y no me moví en absoluto. Sin en cambio, el me aferro de la cintura y se pego a mi besándome.
Mis ojos estaban inmóviles, hacia la misma dirección, y abiertos de par en par. ¿Qué pasaba? ¿Cómo podía ser? Cuando llego a mi cuello, se separo unos centímetros, y me miro.
-¿Katheryn?
Vi mi aliento escapar de mi boca, y salir vaporoso al contraste del frío ambiente con el calor de mi aire. Él busco mis manos que aun tocaban la húmeda pared, y las cogió ambas llevándoselas a la boca para besarlas.
-Yo… yo… Estoy casada, y tu…-Intentaba volver en mi- Y tu también.
El alzo su mirada de mis manos, y las clavo en mis ojos.
-¡No! Esa mujer era mi prima, se que eras tú la que me ha mirado esta mañana…-Su voz se fue apagando- Espera... Estas ¿Casada?
No le conteste, se lo había dicho una vez y me había hecho daño a mi misma con aquellas palabras, no sabía el dolor que a él le estaría causando mientras lo asimilaba. Lo mire, y mis ojos se humedecieron ligeramente.
-¿Por qué?-Me pregunto- Desde el día que escape, hasta hoy, no he parado de buscarte, me he recorrido casi medio mundo en tu busca… Y tú contraes matrimonio a mis espaldas.
-Lo... Lo siento-No supe si pedir disculpas era lo más correcto, pero era lo único que alcance a decir con voz temblorosa.
Soltó mis manos con brusquedad, y se aparto de mí. Me dio la espalda por un momento y se volvió para mirarme.
-¿Tienes hijos?-Pregunto con voz seria.
La pregunta me alcanzo como una flecha en el pecho. Su voz agudizo el dolor, parecía frío, y egoísta, su mirada era ahora casi amenazadora. No podía ser el mismo, ¡Cuánto había cambiado! Fue otra pregunta que no pude responderle al instante, el recuerdo me hizo dejar escapar una lágrima.
Entonces se puso a maldecir, casi a maldecirme a mí, y a Grey. Pareció perder los estribos por cada palabra que salía de su boca, y yo me aferraba más a la pared con la esperanza de que me tragara viva. Hablaba de lo que parecía ser mi perfecta vida durante todos esos años, de lo que se suponía que debía tener y hacer todos los días. Cuando estuvo por insultarme, pareció parar en seco. Yo no paraba de llorar, se limitaba hablar, a reprocharme, y no me dirigía ni una sola mirada, mientras yo intentaba tragar los sollozos destrozándome la garganta.
-Basta, ¡Basta!-Grite llevándome las manos a la cara para cubrirme- ¡Te sigo queriendo!-Grite apartando mis manos de mi rostro.
No sabía porque nadie había acudido ya a tanto grito en un callejón. Pero no le podía echar importancia a eso ahora.
-¡No tengo hijos, ni soy feliz, ni tengo familia! ¿Crees que hubiera arriesgado mi existencia si de verdad no te amara? ¡Me case por gratitud con el hombre al cual has visto esta mañana! Nadie me ayudo, al contrario, todo el mundo me desprecio…-Entonces tuve que omitir el suceso con Dravulia ¿Qué pensaría? ¿Qué estaba totalmente chiflada?
El estuvo callado en esa pausa, y yo seguí.
-Me quede en cinta, y a los meses perdí a mi hijo ¿Crees que quise quedarme embarazada? ¡Para mí no es agradable fingir amar a alguien! Él ha sido la única persona que he tenido de apoyo en este mundo, alguien que me protege bajo sus alas.-Me percate de que estaba agarrando la bolsita con las monedas con fuerza, manteniéndome bajo control.
Enseguida note como todo mi cuerpo estaba en alerta, y tuve que hacer lo que menos quería en aquel momento. Me gire hacia la salida y camine a grandes pasos dejándolo atrás. No quería irme, pero si no lo hacía, podría acabar haciéndole daño.
Cuando llevaba dos manzanas caminadas, unos pasos a gran velocidad se colaron en mi espalda.
-Espera- Dijo la voz jadeante de él.
-No, no esperare a que mancilles más mi reputación y hables de mí como una mujer cualquiera que se va con los hombres por su dinero, o cosas semejantes. Prefiero mil veces más saber directamente que me odias, a aguantar todas esas palabras.
Seguí a mi paso, y pensé que se había quedado quieto allí donde lo deje. Pero al llegar a las puertas del hotel y empezar a subir las escaleras- que eran bastante largas- me pararon agarrándome por el codo.
-Como puedo odiarte, si te he querido desde siempre.-bajo la mano de mi brazo y cogió mi mano- Katheryn, por favor, te ruego que me perdones.
La estampa era algo divertida en ojos de otra persona. El estaba a los pies de la escalera, mientras yo estaba ya a unos escalones de distancia. Podía mirarlo por encima del hombro con superioridad, pero aquello era rastrero y no iba conmigo hacer sentir así a una persona. Baje los escalones poniéndome a su altura y mirándole a la cara sin dirigir palabra.
-No sabes lo que esta mañana he sentido al verte por fin. Me has despertado la vida que había muerto dentro de mí, y aun haiga maldecido y mancillado tu nombre y reputación, pido perdón. No soy quien para faltar al respeto a una bella dama, princesa de Italia.
Sus últimas palabras me hicieron parpadear seguidamente y abriendo los ojos desorbitadamente. Aquello sí que no me lo esperaba, que de su boca saliera la palabra “princesa”, cuando en ningún momento tuvimos el derecho de tener por delante nuestra posición social.
-No puedes decirme que no te quiero, si aun no sabes lo que siento.- mire la bolsita arrugada entre mis manos.
-Ni yo te he demostrado que todavía siento algo por ti-Hizo que mis manos se alzaran para besarlas- déjame verte, por favor.
¡Oh, aquello parecía una oferta a ser una amante sucia y cualquiera! Pero no me importaba, era él, y no quería perderle de nuevo, no ahora. Tendría tiempo de arreglar lo que estropearía en un futuro.
-Pero solo puede ser por la noche, Grey durante el día requiere mi atención. –Empecé a dudar de todo lo que aquello contraería.
-En el callejón de hoy, a las ocho de la noche- insistió él.
-No puedo asegurarte la hora, pero intentare estar hay.-Intente zafarme de sus manos, pero él no me soltó y me hizo quedarme frente a él.- Por favor.
Esquive un beso de los suyos. No me apetecía darle todo mi perdón entero ahora. No en ese momento, y no tan deprisa. Estaba herida, y más cuando lo acababa de encontrar. A demás, ahora si me descubrían me ganaría el nombre de amante, y aquello era peligroso. Él me soltó y resoplando resignado, me miro mientras subía las escaleras. Entonces pensé, alguien podría habernos visto, incluso el botones del hotel. Dios santo, si alguien se llegaba a enterar… ¿Qué podría decir respecto a ello? Pero tuve la suerte de no encontrar a nadie en recepción, y subí tranquilamente.
Cuando entre en la habitación, todo se hallaba en paz, incluso Grey dormía plácidamente allí donde lo había dejado. La criada, en su habitación, parecía descansar también. Yo, agitada por el día que pase, cepille mi melena y me cambie para poder dormir. Mañana seria otro día donde llenar mi cabeza de pensamientos.
Text:Madame B.
Foto:Monica Belluci.
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