Mi dulce y delicada mujer...

Si la hermosa curvatura de mi espalda es suficiente para quitarle el aire. Si es suficiente para tentarle a recorrerla con sus manos. Si es lo que despierta en sus profundidades la oscuridad que hace que domine, si es eso lo que quiere, se lo daré.

Vivimos vidas paralelas, nadie lo reconoce, no es una, son dos. O quizás mas. Vivimos, y creamos de la nada, desarrollamos desde nuestro interior, las necesidades que nuestro cuerpo y mente precisan. No se nace siendo un algo, se hace. El purismo, la insaculación, la verdad es lo que nos mueve al principio. El oír y el no saber hablar. El ver y no saber representar. A medida que crecemos, hablamos, representamos, y muchas veces erramos. No nos quedamos con lo que se nos da al nacer, lo desechamos, como si no fuera valioso.

Solo es un papel a seguir, un rol, un personaje que siente y vive en nuestro interior...

Y a veces, se me hace necesario hacer emerger a esa mujer que se remueve en mi interior para dejarla vivir, para no ahogarla en un papel reciclado. No habla, ella solo actúa. Y eso es lo que me gusta de ella.

 No me pidas un ejemplo de vida, no me pidas una vida. Sé dónde me encuentro, sé que vida quiero, sé que vida tengo. Se construir y se derribar. A mi paso, pereceré, medraré...