domingo, 10 de octubre de 2010

El silencio reina.




-Sí, yo soy quien te dio el arma.
-Pero…-estaba desconcertada.
La mujer me ofreció asiento y yo lo acepte, estaba cansada del trote del caballo y ahora necesitaba entender por qué el destino me había traído frente a mi salvadora, como podría llamarla.
La mujer, mientras sacaba una tetera del fuego la cual echaba humo y dejaba oír un pequeño silbido, empezó a hablarme.
-Niña, tienes mucho coraje-decía mientras sacaba dos tazas viejas de un pequeño armario.
-Yo… No piense usted que fue coraje, fue miedo ante lo que podía ocurrir.
-Nadie antes había logrado agarrar el puñal de mi arma con tanta valentía-La mujer me tendió una de las tazas y mire dentro, era té. Había hierbas flotando sobre el agua y algunas empezaban a hundirse.
No quise echarme halagos sobre lo que esta parecía describir como valentía, coraje, y fuerza. Solo había sido miedo, y amor por alguien.
-Perdona que no te haiga dicho mi nombre-La mujer dejo la taza vacio sobre una mesa de mármol pequeña-Mi nombre es Dravulia.
No podía ser, esa mujer estaba en la lista de mi padre, la lista en la cual estaba toda persona que el quería que ejecutaran, sin o con razón alguna. No supe que decir, las pocas palabras que tenía en mi boca, desaparecieron como sal en la mar.
Dravulia sonrió, y pareció soltar una breve carcajada. Se puso en pie, y me quito la taza de las manos, ni siquiera había dado tres sorbos al té.
-Señora, yo…-baje mis manos, ya que se quedaron en la posición inicial en la que tenia la taza.
El fuego chisporroteo como si hubiera sido atizado con fuerza, la chimenea pareció perder fuerza, ya que empecé a sentir un poco de frio, o tan solo fuera miedo frente a aquella situación. La mujer empezó a tatarear una pequeña canción mientras limpiaba las dos tazas.
Tape mi boca cuando bostece, y en mitad de este, Dravulia hablo.
-¿Cómo te sientes?
Cerré la boca al instante.
-¿Cómo me siento?-Parpadee, mire mis manos y alce la mirada-Quizás, tenga un poco de frio, pero por lo demás estoy bastante bien señora.
-Llámame Dravulia, Katheryn.-Se seco las manos con un paño sucio de encima de una mesa y se me quedo mirando.
-¿Sucede algo?
Pero el silenció reino y aquello me hizo sentir algo incomoda.
La oscuridad en aquel momento se hizo intensa, y el aroma de las velas y el incienso me empezaron a marear de manera sobre natural. Tuve que echar la cabeza hacia tras, de lo poco que podía controlar mi cuerpo, estaba muy mareada, y la cabeza me bailaba de una lado hacia otro.
-Tranquila, pronto se te pasara…
-¿Qué… me está pasando?-intente visualizar la silueta de Dravulia, pero las sombras se iban deformando a cada segundo que pasaba.
“Si la muerte yace sobre la tierra, si la veneras como a Dios y el poder ciega tu fe, no hallaras el sentido a tus preguntas. La muerte te seguirá allí a donde vayas guardián de tus males, y cofre de los más oscuros secretos será. Mataras ha aquel que sirvió a tu más temido señor…”
Empecé a despertarme al sentir una molestia en el cuello. Al incorporarme tuve que ayudarlo con una mano a ponerse en la posición correcta, me había quedado dormida en una posición un tanto incomoda y mi nuca había sufrido el peso de toda mi cabeza. Al incorporarme y sentarme bien agache la cabeza intentando corregir el dolor, conseguí que varios huesos del cuerpo crujieran dándome un descanso.
-Lamento que te quedaras dormida en la silla.
Alce la cabeza de repente hacia la voz un poco asustada.
-Tranquila muchacha, anoche llegaste muy cansada.
-¿Dravulia?-pregunte desconcertada.
La mujer pareció poner una mueca ante esa pregunta y negó con la cabeza.
-Creo que te confundes-La mujer acabo de secar unas ollas del fregadero.
Aquella casa había cambiado, ya no tenía aquel olor tan fuerte, ni tampoco el aire era espeso ¿Qué estaba pasando?
-Anoche llegue y una mujer…-La confusión me producía una irritación al no saber qué pasaba, era estresante.
-Chica, llegaste y entraste de mala manera, te sentaste y caíste dormida en minutos.
-Yo nunca…
-Yo sé lo que he visto, y fuiste muy mal educada.- Pensé al ver tu vestimenta que venias de corte o palacio, pero creo que vienes de alguna casa de citas, ¿no es así?
Quede atónita por aquellas palabras. Nunca pensé que alguien pudiera herirme tan fácilmente, y más mencionando mi educación, que había sido desde pequeña estricta, y llamarme de aquella forma tan sucia sin ningún corte alguno. Como si yo realmente fuera una prostituta de una casa de citas del pueblo. Me cabree, y mucho. ¿Quién se creía para criticarme? Una abuela amargada, sola, y con poco con que comer.
Mis manos ardían, y mi respiración era fuerte, tan solo me faltaba que me salieran dos cuernos de la cabeza para ser una toro o una vaca para poderla golpear con fuerza.
La mujer se reía de su crítica secando platos y demás cosas. El trapo de la mujer se prendió en llamas, al igual que su chal.
-¡Dios santo!-Exclame, me levante enseguida, pero la mujer estaba ya en el suelo agonizando, hasta que paro de gritar.
Salí corriendo de la casa, encontrándome con el caballo con el que había huido anteriormente. A unos metros de la casa mire hacia ataras, y vi que el tejado de la casa, estaba ya en llamas. Llegue cabalgando al pueblo, donde la gente ya se había enterado de que la anciana del pueblo había muerto quemada en su propia casa. Maldita sea, ¿Alguien me había visto salir de allí? Baje del caballo y lo empecé a llevar por las riendas, no quería llevarme a nadie por delante. La gente me miraba, y muchos al darse cuenta de quién era, se apartaban con una rápida reverencia. Aquello era incomodísimo. Allí por donde pasaba la gente se callaba, y dejaban de tener sus conversaciones. La iglesia del pueblo tenía las puertas abiertas, supuse que era día de misa para muchos. Me sobresalte en cuanto las campanas empezaron a resonar, un grupo empezaron a salir de la iglesia, supuse que todos serian cristianos  que salían de la misa. Al pasar por la puerta, el cura que estaba en la puerta despidiendo a una pareja de personas mayores, me miro con la cara de miedo. Para mí, ese momento fue algo extraño, en el interior vi la cruz en todo su esplendor y me hizo daño a la vista, apartándola inmediatamente. Tuve que pararme y cubrir mis ojos, ya que pensaba que me lloraban por culpa de tanto sol.
-Hija, ¿estás bien?-El cura me puso sus manos sobre ambos hombros y el dolor fue más fuerte.
Bruscamente aparte sus manos, y le mire. El padre grito horrorizado, y la gente de su alrededor al mirarme hicieron lo mismo. ¿Qué pasaba? ¿Acaso sangraba?
-¡¿A quién vendiste tu alma?!

3 comentarios:

  1. Pues mejor no saberlo eh... Te lo aseguro xD Por fin actualizas hija mía y no te has quedado atrás con la intriga, te ha quedado muy bien.

    tQQQQQ

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  2. aunque se haga de rogar, merece la pena jajaj
    eso de vender el alma... el alma no se vende. bueno si, al diablo.. pero eso ya es otro asunto. Más romántico incluso.

    gracias por pasar, te sigo vale?
    besos

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  3. Tienes regalos en mi blog,espero q te gusta-besos

    http://checktheseblueskiesout.blogspot.com/2010/10/regalitos-para-el-fin-de-semana-para.html

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Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"