-Si Elizabeth, me salvaste de lo que podría haber sido una muerte segura, ¿te acuerdas cuando me salvaste de ser cazada? Los mando él tras de mi, me ordeno huir pero regresar al día siguiente si seguía con vida, he sido capaz de evitarlo días y semanas, pero aquel día no tuve fuerzas para resistir, me has salvado dos veces de morir, te debo mucho. Recuerda que para Rubén no es más que un juego donde el que pierde muere.
-Intentare jugar mis mejores cartas pues-intente sonreír, todo se iba complicando cada vez mas- Verónica que no se entere, por favor.
-Tranquila-Se levanto y plancho las faldas con la mano-si algo se me da bien es guardar secretos en los siglos que llevo.
-Por curiosidad, ¿cuántos siglos?
-Llevo despierta desde 1452, y puedo asegurarte que n es suficiente para entender lo que aguarda una vida humana o no humana-Suspiro con desanimo.
-Me haces sentir como una niña pequeña a tu lado-reí, con 602 años ya podía decir que era mayor.
Verónica reía con ganas y quedo su sonrisa dibujada en el rostro.
-Lo eres Elizabeth, pero aprendes muy rápido aunque a golpes, y errores. Con permiso-Y se fue.
Me quede sentada un buen rato. En escasos minutos había recordado la noche anterior y había sabido que estaba en la misma casa donde Gabriel residía, ¿No era perfecto? Me lo tenía que tomar con ironía. Ahora lo que yo me preguntaba, ¿si había bebido la sangre de Rubén, eso hacía más fuerte la conexión que tenia conmigo, o me daba algún tipo de ventaja a mi?
Prefería no pensarlo, la cabeza me estallaría si no lo había hecho ya con todo esto. Conseguí levantarme y andar hasta una ventana para observar desde detrás de una cortina. La luz que toco mis manos me hicieron ver que estaba consumida, se me notaban algunos huesos de las manos, aunque tampoco reflejaban el esqueleto entero, si que quizás la palidez era muy llamativa, el azul o morado de las venas se marcaba por el brazo y a cualquiera lograría dar repelús. Volví a fijar mi mirada en el extenso campo que había como paisaje, y a uno de los lados un caballo color bronce paro frente a la puerta trasera de la casa. Al retirar la capucha de la capa negra que llevaba, vi que era Gabriel quien bajaba del esbelto caballo alzando a Verónica para después abrazarla y darle un pequeño beso en los labios.
La escena me desgarro, aunque poco podía dolerme ya después de todo lo que había pasado. No aparte la vista de él, hasta que Verónica una vez estuvo a su lado pareció decirle que había alguien en esta habitación, ya que señalo la ventana y tuve que esconderme de golpe antes de que me viera.
Eran las cuatro de la mañana y no podía cerrar los ojos, no podía, había dormido durante varias noches seguidas y eso para un vampiro no era normal. Abrí el armario decidida a salir a cazar aunque fueran ratas, tenía sed, y si seguía así acabaría como la última vez. Saque un vestido azul no muy llamativo, parecía ser como un camisón, aunque iba entallado dando a entender que era para vestir y no para dormir. Abrí la puerta con cuidado de que no crujiera, Salí descalza para no tener que ir con mas cuidado del necesario, pase por unos pasillos cruzados entre si hasta que no encontré las escaleras para bajar a la primera planta, cuando me quedaban cuatro escalones para dejar la escalera atrás Verónica me sorprendió con un hombre en brazos.
-¡Elizabeth! ¿Qué haces?-Dijo susurrando.
Estaba hambrienta y se me notaba demasiado para que necesitara una explicación. Me hizo señas de que subiera mirando hacia otro lugar.
No tuvo que decirme nada mas, escuche los pasos de Gabriel acercarse y aquello basto para que subiera disparada.
A los pocos segundos Verónica dejaba el cuerpo frente a mí.
-Aquí tienes, subía ahora a tu habitación, si fueras un poco mas paciente no te habrías arriesgado tanto, no quieres que te vea ¿no?, ¿pues que haces?
-¿Estáis juntos?-Pregunte impulsivamente.
Verónica tubo que alucinar con la pregunta, me miro con los ojos bien abiertos y demasiado serios, pero duro poco, estallo en risas y carcajadas. ¿Qué estaba pasando? No entendía nada.
-Así que si me mirabas, notaba la mirada de alguien clavada en mi nuca. No, me ha dado un beso en la comisura de los labios, era un simple beso en la mejilla pero cuando he intentado mirar para la ventana me lo ha dado hay, por poco no nos encontramos de frente. Somos amigos desde hace tiempo, aunque él siempre ha viajado y ha ido viviendo en diferentes puntos del mundo hasta que se cansa y se viene una temporada aquí para estar acompañado.
-Debo a ver parecido una obsesionada.-mire a el hombre que estaba tendido en el suelo-¿esta muerto?
-No, solo está dormido de tanto beber-Volvió a mirarme-Para nada Elizabeth solo me has confirmado lo que llevo pensando hace un rato, te importa y mucho.
-No, solo… bueno, yo…-La mire sin pronunciar palabra.
Verónica reía hasta que llamaron a la puerta.
-¿Verónica, estas hay?-Gabriel dio varios golpes en la puerta.
-¡Si, si! Ya salgo, espera-Me señalo el cuerpo y se despidió de mi con la mano y una sonrisa.
Me escondí en un lateral de la pared para que no me viera cuando ella cruzara la puerta. Al cerrarla espere a oír los pasos alejarse, pero no los oía.
-¿Cómo ha ido la caza?-preguntaba Verónica intentando distraer la atención hacia la habitación.
-No me ha servido para nada, me sigo sintiendo tan débil como ayer…-Su voz pareció apagarse al final de la frase.
-Tranquilo, seguro que estará bien, no me has dicho tantas veces que es fuerte, pues piensa así.
Y no pude escuchar nada mas, se alejaron. Antes de pensar en lo que había oído, me abalance contra el cuerpo dejándolo en varios minutos seco. Al acabar me mire al espejo y vi mi cabello recuperar su color y brillo y la piel volvió a ser tersa y de ese precioso color marfil que siempre relucía en mi, los labios volvieron a coger ese color rosado y mis ojos volvieron a un color rojizo granate como el vino tinto. Volvía a ser yo, sí, y sentía la rabia crecer en mi interior, sabía que desde ese momento empezaría a odiar a Rubén tanto como a la muerte misma.
Deje pasar la madrugada hasta escuchar a la naturaleza despertar, el rocío de la mañana resbalaba por la ventana y mostraba un prado verde y brillante. Busque de nuevo en el armario encontrando un vestido negro con un corse color dorado precioso, los zapatos eran del mismo color, negros, y por suerte eran los que me iban bien. Me vestí y decidí salir, aunque llame a Verónica antes para asegurarme de que podía.
-Está dándose un baño, tienes un buen rato para estar por aquí-Me cogió de la mano y me hizo bajar por las escaleras.
Aunque nunca lo había hecho, la ayude a limpiar y preparar todos los utensilios que utilizaba a diario.
-Así que enfermera…
-Es útil siendo un vampiro, drenas la sangre a muchos con cualquier excusa y no tienes que salir a cazar, nunca me gusto el ver como la gente agoniza en el suelo muriendo-decía mientras metía en agua hirviendo unas agujas.
-Parece que hoy el agua ha he..cho..-Gabriel entraba por la puerta de la cocina.
Del susto me corte la palma de la mano con un bisturí que limpiaba con un paño y alcohol. Cerré la mano en un puño en un intento de que no saliera mucha sangre llevándomela al pecho.


Joder! Me desespero yara, esto no puede seguir así T.T Quiero que terminen juntos ya de una maldita veeeeez por faaavor xDDD
ResponderEliminarPor cierto, la foto de viona art me ecanta, es una de mis favoritas *.*
jojojojo es que se me ha olvidado decirte una cosa, sabes? xD
ResponderEliminartQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQ !!!! jajajaja