sábado, 28 de agosto de 2010

Mencionar sin pensar.


-Besadme -Mire sus ojos que parecieron relucir en aquel instante tanto como la plata ante el sol.


Sin pronunciar mas palabras, me beso, fue largo e intento, haciéndome caer hacia detrás colocándose el sobre mí.

Deje adentrar sus manos bajo mi vestido, agarró mis muslos con fuerza a la vez que besaba mi cuello, como si en realidad fuera el vampiro y yo la pobre muchacha. Desgarro con facilidad mi ropa interior colando su mano entre mis piernas, Tenia la gran suerte de no sentir nada, de a ver sido así, abría desgarrado mi garganta en un gutural grito de dolor de lo basto y fuerte que llegaba a tratarme. Tuve que fingir dolor, placer y un extraño amor. Manipulo mi cuerpo hasta hartarse, sus ansias por apoderarse de mi cuerpo habían superado con los que pensaba que eran sus modales de caballero, haciendo de aquel momento el más frio que jamás había vivido en muerte.


Por la tarde, tras dejarme a las puertas de mi casa, decidí saciar mi sed de venganza con el mundo. Giselle que se vino junto a mí no pudo reprimir sus ganas de preguntar tras matar a la cuarta víctima.

-Elizabeth, esperad, ¿Qué os pasa?

-¿En qué momento he empezado a importaros?-Me gire hacia ella.

-Mi señora…

-Giselle lo siento, pero si no queréis que os siga contestando de manera tan vulgar dejadme tranquila.

Sentí caballos cabalgar entre los caminos del bosque.

-¿Os apetece?-Mire a Giselle quien también escuchaba con una sonrisa endiablada.

-¿No serán demasiados hombres?

-No, tan solo son los cascos del caballo.-Ambas salimos dirección al ruido.

En pocos segundos nos posicionamos detrás de los hombres, eran cuatro, dos para cada una, seria sencillo.

Tire a el primer hombre del caballo rompiéndole el cuello en la caída, Giselle hizo lo mismo, pero este no tuvo la misma suerte.

De repente los otros dos hombres se abalanzaron contra Giselle, mientras que intentaba matar a aquel que había tirado del caballo.

Fui hacia ellos matando al primer hombre, de repente un dolor cruzo mi cuerpo junto con el grito de Giselle.

-¡Giselle, Giselle!-Atravesé el estomago de otro, y arrojando al último hombre hacia detrás.

-Dios mío…-Se llevo las manos a su pecho.

Menciono sin pensar, sufriendo un dolor mayor.


-Tranquila, tranquila, no te han dado en el corazón-Acaricie su frente- Giselle por favor aguanta despierta.

Agarre su mano deteniendo el temblor.

-Pensaba que no notaria nunca más el dolor…-Sonrió-

De fondo otro caballo se acercaba a gran velocidad.

-Giselle, tenemos que irnos, vienen mas-Intente cogerla, pero si debilidad calaba dentro de mí.

A un lado había un charco donde el reflejo mostraba a un hombre con unas tijeras apunto de clavármelas. Pero de repente desapareció de la vista con un estruendo enorme. Ante aquella distracción, Giselle la capto tras gemir de dolor.

Me levante y la cogí a duras penas.

-Dejadme que os ayude-Gabriel ante mi cogió a Giselle en brazos poniendo sus manos sobre las mías.

Retire de inmediato las manos, no era quien esperaba encontrarme en aquella situación. Con dos caballos logramos llevarla la torre, donde en su alcoba, Gabriel retiro la estaca del centro de su pecho. Con cuidado empezó a retirar pedazos de madera que habían quedado en el interior de la herida e impedían la curación de esta con unas pinzas.

-Pasa tu lengua por su herida.-retiro el último trozo.

-¿Qué?-le mire incrédula.

-Tu saliva le hará cicatrizar mucho antes.

Sin dudarlo más lo hice, al mirar ya no había herida.

-Ahora hay que dejarla descansar dos días, pasado este tiempo volverá a estar bien.

-Gracias-Me levante y limpie mis manos con el agua que trajeron.

Rodeándome por detrás Gabriel limpio sus manos al igual que yo.

-Lo siento, Elizabeth-Me miraba través de un espejo que había frente a la jarra de agua limpia.

Me quede callada en el momento que nuestras miradas se cruzaron.

-Yo no.-Aparte la mirada agachándola hacia el suelo.

Me empujo haciéndome tropezar con el mueble donde estaba el espejo apoyado, haciéndolo bambolear.

Al igual que la otra vez quede contra la pared, aunque esta vez alce el rostro hacia el techo. Sus manos recorrieron mi cuello dibujando la marca de la cicatriz llevándolas hasta el fin de mis hombros.

-Volver a morder aquel cuello…

-Todos los hombres os dejáis guiar por la excitación del momento, mancillando a una dama la cual no tiene culpa alguna de que vosotros seáis como sois, engañáis a la más mínima oportunidad.

Me agarro de las mejillas obligándome enderezar el rostro hacia él, en cuando una criada dio dos golpes a la puerta este me había soltado y separado de mi antes de que entrara.

-Rubén vuelve a estar aquí, señora Elizabeth.

-Enseguida le recibo Margaret.

La criada se esfumo.

-¿Rubén?

-Si mi señor, aquel que le vio poniéndole la mano encima a una mujer- Salí de la habitación.

Baje las escaleras lo más rápido que pude, aunque no tenía ganas de verle, agradecí poder librarme de Gabriel.

-Querida mía-Me recibió con los brazos abiertos.

Me limite a sonreír, en el momento que se dio cuenta de que Gabriel nos observaba desde lo alto de la segunda planta, Rubén me beso sin pudor alguno.

Lo aparte intentando no ser muy brusca, cuando me di cuenta Gabriel estaba frente a mi agarrando mi mano y besándola.

-No me deis extraños motivos por los cuales terminar con todo, Elizabeth.

La sangre se me termino de helar.


3 comentarios:

  1. aja! Me acabo de enterar que la saliva cura heridas... nena, contigo aprendo de todo xD

    En fin, te voy a decir lo evidente no? pero me da igual, porque esto siempre levanta el ánimo para seguir escribiendo.

    PUTA, ME HAS DEJADO CON INTRIGA Y QUIERO MÁS!!!

    jajajaja te sirve así? xDDD tQQQQQQQQQQQQQQQQ!!

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Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"