domingo, 12 de septiembre de 2010

Viaje.



Le devolví la misma mirada y el mismo sentimiento.

-Rubén.

-No te hará nada estando junto a mi-Elevo su mano- ¿necesitas más?

-No-intente deshacerme de las sabanas, pero me di cuenta que el corsé seguía medio desatado y por poco no se me salía el pecho, por lo que me tape un poco pudorosa- Gabriel no te hagas el héroe, es…

-No me hago el héroe-se puso la manga bien y se levanto.

Salí de la cama por el lado donde había estado él sentado, y mi mala pata del momento hizo que se me quedara un pie enrollado con las sabanas haciéndome tropezar. Gabriel me agarro por los brazos impidiendo que cayera al suelo.

-Gracias.-Conseguí poner el otro pie en el suelo y le mire.

¿Pero qué demonios...? Le pille mirando lo que no debía y me pareció una gran falta de respeto. Estuve a punto de pegarle un bofetón.

-¡Lo siento!-Aparto la mirada y empezó a reírse.

-Necesito estar un rato tranquila para poder pensar, ¿te importaría?-Mi voz se había tornado de un matiz serio y algo cabreado.

-No, yo tengo que hablar con Verónica seriamente, así que te dejo-Me dio un beso en la frente fugazmente y se fue.

Por suerte aquella habitación disponía de un baño por lo que pude asearme. Recogí mi cabello en una gran cola que caía sobre mi hombro derecho. Conseguí un vestido cómodo,  de cuello alto y algo entallado para que resaltara las curvas, y los zapatos negros que ya había cogido prestados una y otra vez de aquel armario.
Me cogí la cabeza con ambas manos, la frase se repetía con más frecuencia que antes. La sangre de Gabriel me tuvo que despertar de algún modo el subconsciente que grabo Rubén. Me centre en ignorar aquellas palabras una y otra vez hasta que conseguí callarlas por el momento. Ahora lo que me importaba era irme para averiguar lo que había pasado con Erdély.

Abrí la ventana con cuidado, un aire fresco me anuncio mal tiempo, por lo que cogí un abrigo colgado de un perchero que ni siquiera sabía si me iría. Mire hacia abajo en espera de ver a alguien, pero aquello estaba muerto, así que arroje el abrigo por la ventana y sacando una pierna por la ventana y cogiéndome a unas zarzas que había por allí pegué un pequeño salto hasta conseguir estar en el suelo y recoger lo que había lanzado.

Sí, abandonaba a quien más quería, pero necesitaba saber la verdad de la muerte de mi difunto compañero que seguía doliéndome en lo más hondo de mis sentimientos casi inexistentes. Se podía decir que era gracioso, toda una vida buscándole a él, y cuando menos quería verle acabamos frente a frente, sabiendo que me había buscado al igual que yo. Un par de besos y caricias era lo que me llevaba por el momento.

Conseguí salir de la escondida casa y adentrarme por el pueblo para poder llegar a puerto. Era día de mercado por lo que estaba abarrotado de gente que gritaba precios y otras que compraban, aparte de pequeños ladronzuelos que sobrevivían gracias a lo que conseguían con sus fechorías.
Logre subir a un barco de mercancía y me dirigí a quien parecía ser el capitán o encargado.

-Perdonad buen hombre-Ahora tocaba ser lo más amable y señorita posible- ¿Ha donde se dirige este barco?

El hombre levanto la mirada, ya que supervisaba el orden de las cajas y barriles que salían.

-Señorita-Me miro de arriba hacia abajo-Vamos dirección a Italia.

-¿Seria molestia que viajara con ustedes?-Sonreí-Puedo pagarle.

-No se moleste, puede acompañarnos, aunque le advierto de que la marea es feroz y el trayecto es largo.

-Podre aguantarlo-Reí.


Perfecto, ya tenía como ir hasta allí. Tardaros varias horas en acabar de descargar y volver a cargar el barco de mercancía hasta que nos encontrábamos en plena mar. Pasaron tres días en los que la mar estuvo tranquila y pacífica, pero mi sed era todo lo contrario. Una noche cuando la mayoría de tripulantes estaban es sus respectivos camarones decidí pasearme por cubierta encontrándome a un hombre mayor que refunfuñaba y limpiaba con una fregona ya sucia y agua la cubierta. No alcance a entablar una conversación interesante hasta que su sangre corría dentro de mí. Para no dejar huella tire el cuerpo por la deriva, y haciéndome la preocupada y destrozada busque al capitán, avisándole de lo sucedido, todo el mundo se puso en pie enseguida y empezaron a gritar”¡Hombre al agua!”. Por suerte la noche había teñido el mar de negro y no se lograba ver nada, por lo que le dieron por muerto.
La escusa fue la más sencilla que había dado en toda mi vida, había resbalado con un golpe de marea, y debido a su poco equilibrio cayo. Aunque sabía que no era convincente pareció colar. La semana fue larga y al final del viaje la marea pareció enfurecer al entrar en el Mar Mediterráneo.
Por desgracia cayeron dos hombres más al mar, aunque uno de ellos fue frente a ellos y realmente había sido un accidente, el otro iba borracho por el Ron que transportaba el barco en barriles y raramente desaparecio en el mar.


Al llegar, las calles estaban desiertas debido a que era de noche. Empecé a caminar entre las calles mal iluminadas por los farolillos. Me quedaba un largo trecho hasta llegar al palacio Château de Fontainebleau. Maldito, comencé a escuchar las palabras de Rubén en mi cabeza de nuevo, durante el viaje había conseguido tener bajo control los momentos en los que mi cabeza no podía más debido a su voz, pero empezaba a estar cansada y en ocasiones me costaba caminar cuando se volvía a pronunciar. Verónica no me alerto de que te inmovilizaba por completo en ocasiones.

-¿Os llevo?


1 comentario:

  1. os llevo? quien te lleva???? Eh eh, no me puedes dejar con la intriga así, no puedes! xDD

    Pues nada, aquí me dejas con las ganas de saber qué pasa con todo. A la próxima haces una actualización de sexo salvaje con Gabriel xDDD


    tQQQQQQQQQQQQQQQ

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Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"