No quise tocar el tema, mejor dicho, no salió en toda la semana que transcurrió. Lo deje ir, si hubiera querido podría haberle tocado, haber correspondido a su tacto. Pero mi consciencia se negó.
Mi mente se había cerrado ante el tema de lo que en realidad era. Él se pasaba horas encerrado en su gimnasio privado, o cuando iba a trabajar, poco se dejaba ver más que para cuando yo necesitaba algo. Y yo, yo me fui deprimiendo cada día un poco más. Estaba mucho mejor en la celda, rodeada de gente que no conocía y no tenía por qué hablar con ellos, y estaba ajena a todo mal viviente.
Me había cohibido totalmente, y deje que pasar cualquier oportunidad por mínima que fuera a mirarle a los ojos. Porque eso sí que lo ansiaba. El mirarle y el poder intercambiar palabras. Quizás echaba de menos mi vida social ya que la había despertado al salir de aquel banco de sangre. O quizás… No, hay volvía a cerrarme a mí misma. No quería pensar en esa palabra.
Aquella mañana, cuando me acababa de despertar, lo hice con hambre. Y puestos a que gozaba de una nevera repleta de comida de la cual no sabía su procedencia, me dispuse a prepararme algo. Pero no tuve suerte cuando puse el pie en el primer escalón de las escaleras, quise frenar mi cuerpo agarrándome al pasamano, pero las fuerzas no estaban presentes de buena mañana, así que cedí por completo hacia delante.
Justo antes de que la voz saliera como un alarido, note mi cuerpo oprimido contra algo. Tenía los ojos cerrados con fuerza y estaba medio encogido, la postura que adopta el cuerpo para protegerse de la caída. Pero no hubo ningún golpe, si no que una respiración acelerada pegada en mi oído y un sube y baja en mi mejilla.
Se apoyo sobre mi cabeza y susurro algo que no entendí. Supe entonces que estaba pegada a su cuerpo, abrí lentamente los ojos y vi que tenía mi mejilla contra uno de sus pectorales.
-Es-estoy bien-Murmure impactada, tenía las manos temblorosas.
Aparto su rostro y me miro.
-¿En que estabas pensando?-Su voz salió ronca.
No pude hablar, me quede mirándolo, tenía los ojos tan azules que parecían artificiales, estaba empapado en sudor y yo estaba entre sus brazos.
-¿Quieres decirme algo?-Me miro buscando algún hematoma, supongo.
-No… puedo-me fije entonces en que tenía una mano posada sobre su hombro.
El silencio se quedo permanente entre ambos. No sabía qué hacer, aunque quería tocar el suelo para restablecer mi equilibrio, pero no perderle.
-De… déjame en el suelo-ambos manteníamos las miradas clavadas.
Poco a poco me fue soltando aunque no aparte mi mano de él. Había bajado las escaleras por completo y no me había percatado.
Quizás fue resultado del shock al haber quedado intacta en la caída, pero no pude más que tirar de su camiseta de tirantes hacia mí, este apoyo ambas manos a cada lado de mi cabeza ya que la pared se encontraba a escasos centímetros de mi espalda.
Junto con mi mano libre acaricie su mejilla dejándole paso a que se acercara mas, tenía su nariz pegada a la mía y podía notar su respiración. Note por fin sus labios en contacto con los míos, casi ansiosos por conseguirlo su cuerpo se pego al mío haciendo que me alterara. Tenía el rostro ligeramente levantado para que no tuviera que estar de puntillas.

Carente de aire no pude más que jadear. El beso era tan profundo que no quise deshacerme de él. Cuando por mi pude coger aire fue cuando sus manos rodearon con tal fuerza mis muslos que me hizo daño para subirme a su regazo nuevamente, aunque esta vez el quedo entre mis piernas. Cuando lo hizo me empotro contra la pared con un fuerte golpe que resonó por toda la casa.
El pecho me subía y bajaba con rapidez y mis manos había recorrido su torso hasta quitarle la camiseta. Me dolía el cuerpo pero lo pasaba por alto. Sus dedos parecían cuchillas clavadas en mi muslo mientras mordisqueaba mi mandíbula y me hacia gemir.
Fue entonces cuando el dolor cruzo mi límite. Una de sus manos había huido de mi pierna y me tenia agarrada por la nuca de tal forma que me era inútil la movilidad, volví a notar sus dedos clavados en mi cuello a la vez que me tenia sujeta de la pierna. No podía más que ver el techo en aquel momento en el que me entro el pánico.
-¡No!-Solloce con un grito.
El dolor se intensifico en ambas partes y se me corto por completo la respiración. Me crujió el cuello y no pude más que quejarme con un ruido seco y casi mudo. Empezaba a notar un cosquilleo leve en el cuello que bajaba lentamente.
Me removí, si a eso se le llama así, pues me estaba dejando débil del poco aire que me llegaba. Notaba el corazón en mis oídos y el tragar de mi propia saliva. Temblaba como jamás lo había hecho hasta que me fallo el cuerpo y la tensión fue desapareciendo lentamente. No obstante caí de bruces en el suelo jadeando fuertemente recuperando mi respiración, me había dejado ir desapareciendo él por completo.
Imagen;Medusa (<3)
Madame.B
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