Cada vez caminaba más deprisa, hasta que yo no pude caminar hacia detrás y caí sobre una pequeña montaña de hierba seca. No tardo en colocarse frente a mí de pie, mirándome por encima con superioridad.
-Te voy a hacer ver, que tú me perteneces.
-Ni se te ocurra…
Me agarro por las muñecas haciéndome poner en pie y llevándome contra una pared libre donde me mordió sin contemplaciones la garganta. Mis piernas temblaron y no supe si de placer o miedo, mientras que soltaba mis manos y recorría mi cuerpo sin miramientos. Dejo la garganta en un momento, desgarrando el vestido que llevaba por el escote y agarrando mi pecho con fuerza mientras clavaba sus uñas en él y volvía a mi cuello. Notaba recorrer en mi interior una sensación extraña que me hacia vacilar ante el placer, aunque en cuanto note el dolor de sus uñas en mi pecho, supe que era completamente suya. Cualquier punto que tocaba de mi cuerpo, de mi piel, me hacía temblar de pura excitación. No era capaz de moverme, ni siquiera de quitarle la ropa. Mis fuerzas se iban con cada jadeo y el mismo se desnudo. Mis piernas no aguantaron más y nos obligo a quedarnos de rodillas en el suelo. Ryan se coloco tras de mi mientras seguía haciendo sangrar mi pecho y garganta cuando su mano bajo por mi vientre hasta llegar a la pelvis haciendo separar mis piernas, instintivamente eche la cabeza hacia detrás apoyándola en su hombro mientras acariciaba su nuca con una de mis manos. Empecé a caer en una cadena descontrolada de gemidos y orgasmos, en los que cada vez eran más intensos y fuertes. No podía ni siquiera seguir gritando cuando él me tendió sobre el suelo y paso a estar frente a mí. No tardo en adentrarse en mi cuerpo y moverse con rapidez. -Eres completamente mía-Dijo entre jadeos.
No supe si asentir o negarme, la cabeza me daba vueltas y empezó a moverse frenéticamente, al poco a envestirme brutalmente, y finalmente mordió uno de mis pechos aun sangrantes. No pude ponerle freno a mi voz y acabe por gritar su nombre haciendo enloquecer a algún caballo de la cuadra haciéndolos relinchar.
Me dejo tirada en el suelo mientras se vestía nuevamente.
-Ryan…-Susurre entrecortadamente.
-¿Si?-Dijo con un tono cruel.
-Sangre…-maldito sea, me había extraído casi la última gota que había bebido aquella noche.
-Oh, eso forma parte de que seas mía… para que te des cuenta que dependes de mi para poderla obtener con mi permiso-Dijo colocándose su chaqueta y marchándose.
No podía ser. ¡No podía ser! Era incapaz de valerme en ese momento por mi sola, la cabeza estaba enturbiada por la locura, y con la mínima sangre en mi cuerpo poco podía recuperarme. Quise llamar a Víctor, pero no podía verme así, ni siquiera pensé en que no tenía voz suficiente, y que vería que había cedido a Ryan. Después de que pasaran varias horas, empecé a recuperar la movilidad de las extremidades, y a pensar un poco más claro. Lo único que quedaba intacto del vestido era la falda, así que rasgue la parte de arriba y enrolle la falda a mí alrededor como pude. Me quede sentada en un rincón sin poderme levantar, mis piernas seguían temblando. Escuche el canto de los pájaros y me asuste, ¿Pretendía dejarme un día entero fuera? Poco a poco el sol se fue apoderando del ambiente haciéndome caer en un estado de delirio y desorientación. Cerré los ojos para dormir con la esperanza de que se pasara rápido aquel mal trago, cuando empecé a sentir en el pecho que me quemaba. Al abrir los ojos, vi sobre mi pecho un rayo de sol. Se colaba por un pequeño agujero dejando que se ciñiera en mí como una tenaza hirviendo. Salía humo blanco y el dolor era insoportable, tras un rápido movimiento me moví al lado contrario para alejarme del sol, y me mire la herida como pude, sabía que no sanaría, no en aquel momento, así que quedaron en mi pecho una gran quemadura y alrededor burbujas trasparentes y otras con un color rojo. ¡¿Dónde estaban mis poderes ahora?!
Las horas pasaron lentas a mi parecer hasta que el sol cayó y escuche unos gritos. Una puerta se abrió con un gran golpe y tras ella palabras de amenazas. La voz de Víctor empezó a llamarme, se hacía por momentos más o menos audibles, mientras que yo con débil voz intentaba llamarle.
-¡Katheryn!-esta vez sonó cerca.
-Víctor…- me arrastre escasos metros, aunque no pude mucho más.
Sus pasos empezaron a hacerse más audibles, hasta que entro en el establo y me encontró tendida en mitad del pasillo. Corrió hasta mí y se arrodillo intentando cogerme. Acabe entre sus brazos en volandas y consiguió sacarme de allí. ¿Cómo se tomaría todo esto? No podía importarme, ahora me sentía mal. Y el parecía preocupado.
-¡Ryan, necesito ayuda!-Grito mientras se dirigía a las escaleras.
Justo en ese momento, otras manos me tocaron y me estremecí.
-¿Esto es lo que pretendes, matarla?
-Maldita sea ¿Cómo se ha quemado?
-¡Sera el hecho de que se ha pasado el día en el establo!-Me agarro con fuerza y empezó a subir las escaleras.
Una vez en mi cama, Víctor no se despego de mí. Ryan había conseguido sangre y la había colocado en una gran garra de cristal.
Víctor me tendió un vaso casi lleno que bebí en poco más de cuatro tragos, mientras que ambos me observaban. No sé cuantos vasos más llegue a beber, pero tras sentirme mejor, lo único que necesitaba era descansar fuera de miradas. Tras cerrar los ojos, las cortinas y la puerta otorgándome un poco de paz. dejando la estancia completamente en la penumbra Duro poco cuando Gabriel se me paso por la cabeza, y recordé el haber vuelto a verlo. Para una vez que salgo sola, hacia un lugar que no conocía, y tropiezo con quien nunca había vuelto a ver desde mi resurrección de la tumba. Al final, tras una dura pelea en mi subconsciente, logre dormir.
Me levante renovada y con fuerzas, aunque poco segura de mirar a Víctor a los ojos y contarle lo que paso, o a Ryan, para que me influya miedo sabiendo lo que hace. Aquella noche, vestí de negro, mi ánimo no estaba para buscar que ponerme, ni dejarme guiar por los colores.
Estuve caminando de un lado hacia otro, intentando buscar un inicio de conversación que me hiciera encaminar el tema por el buen sentido de lo ocurrido. ¿Es que acaso tenía aquello “Buen sentido”? ¡Menuda tontería! Recordé un instante de placer del que pase la otra noche, y mis rodillas flaquearon, Ryan había conseguido lo que quería, gracias a una ventaja que para mí ahora era una contra demasiado grande para resistir cuando él estuviera suficiente cerca, como para tocarme. Poseía una fuerza magnética sobre mi piel, que cada vez que me tocaba desprendía en mi una descarga dejándome fuera de combate, produciendo que buscara una fuente donde poder seguir sintiendo aquella sensación de placer intenso, que me traía loca en aquel momento.
Tras recuperar el equilibrio, llamaron a mi puerta sin la intención de recibir la entrada.
Madame.B

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