Si hubiera podido echar el tiempo hacia atrás, nada sería lo que es ahora.
Me habían encontrado guardias de noche en un lugar insospechable. Quizá, me salve, a mi parecer, de lo que sería una muerte aplastante. Me imagine el por que cuando escuche a los hombres hablar. Mi cuerpo no se movía, ni respondía a mis órdenes. Mi boca estaba fuertemente cerrada. Sentía mis labios pegados, sin poder abrir un milímetro para dejar escuchar un sonido humano, o de vida.
No sentía dolor. ¿Acaso lo tenía que sentir? Sabía que me había pasado hasta cierto punto. Hasta el punto de que mi mente perdió el subconsciente y se quedo bloqueada.
Los hombres a duras penas conseguían mantener los lamentos y los comentarios de pavor y pudor que la escena les dio.
Me habían encontrado atada de pies y manos, con grilletes oxidados, y mucha sangre a mí alrededor. Un colchón sucio y rasgado, aparte del color granate, y raramente, no había ningún ladrillo, o viga de madera sobre mí, ya que, como he dicho antes, mi muerte hubiera sido aplastante. Allí donde me encontraba se había derrumbado, y donde yo me encontraba, estaba intacta la pared donde la cama se arrinconaba.
Me dieron por muerta tan solo verme.
Luego, el Médico que me atendió, volvió a decir las palabras incorrectas. Esta muerta, decían. ¡No lo estaba! No podía estarlo…
Mientras el médico revisaba mi cuerpo, y comentaba en voz alta sus pensamientos de su mente. Tenía la cadera rota, el cuello degollado, y había sido brutalmente violada. El hombre cuando termino de dar su parte medico a sí mismo, me dedico un lamento. Se asombraban de mi joven apariencia.
Cuando todo quedo en silencio y aparentemente calmado. Una voz removió el ambiente y alerto a los hombres que allí se encontraban, el doctor y quienes me encontraros. Gritaban mi nombre, y la voz me hizo desear removerme dentro de mi cuerpo. ¡Grey, Grey! ¡Oh santo Dios, le daría un ataque si me viera! Note como una sabana me cubría entera. Exigía ver el cuerpo, y hacer ciertos sus temores de los rumores que habían llegado a sus oídos. ¿Cómo podía ser, que hubiera sido avisado tan repentinamente? Pero las palabras de los hombres se clavaban en mi mente. Hacía días, no especificaron cuantos, llevaba sin ser vista y llevaba… muerta. Entonces la sabana se retiro, y una súbita oleada de culpabilidad me invadió. Escuche el seco golpe de las rodillas de Grey clavarse n el suelo, y las maldiciones que clamaba al cielo por llevarme.
Quería llorar, llorar por todo, mis últimos actos me juzgaban, y no de buena manera. Me había acostado en un arrebato de loca y apasionada lujuria con mi amante, y sin conocer de nada a ese hombre que encontré bajo a tenue luz de una farola, deje que se adueñara de mi cuerpo en un extraño lugar, donde sus actitudes fueron fuera de lo normal.
Lo que me hizo olvidar el resto, fue el fuerte dolor en la cadera cuando entro en frenesí, mientras yo gritaba de dolor, e intentaba liberarme de los grilletes inútilmente.
Cuando quise volver a escuchar la voz de Grey, ya no existía voz en el aire. Sin en cambio, escuchaba una voz que no conocía, que venía de lejos, como si esta viniera de arriba, y yo estuviera abajo. Los sollozos eran audibles, y la pena palpable.
Las palabras de aquel hombre que hablaba de honra, y a la vez de maldad en el mundo, me producían arcadas. Me encontraba mal, sumamente mal. Como si me quemara. Me aleje de esa sensación, sabiendo que empezaba a notar dolor, que empezaba a despertar de algún sueño. Sentía un ardiente dolor en el pecho, como si hubiera en el algo que se aferraba a mi piel.
Una de mis manos respondió al dolor, y se alzo con un rápido movimiento. Pero no pude más que hacerla impactar contra una acolchada estructura que hizo débil el sonido...
Escuche el eco caer sobre mí de algo que no me tocaba, y al cabo de poco la estructura empezó a crujir. Palpe con la única mano que sentía y todo estaba al igual que con la que había colisionado. Acolchadas.
Mis temores se hicieron verdad, cuando escuche un descanse en paz. Me hallaba en una tumba. Me habían enterrado. Y yo, seguía viva.
El cuerpo quedo inmóvil al poco de sentir la absoluta calma. Parecía que las horas se me hacían días, semanas, meses o años.
No sabía cuánto había pasado desde la última vez que escuche algún sonido, o quizá, en el que mi mente estuvo en mínimo funcionamientos. Pero el ruido del exterior se hacía más audible, y cada vez el ruido de voces se hacía más fuerte.
Sentía cerca una energía extraña, algo que empezaba a darme fuerzas. Mis dedos se movieron, y al poco mis extremidades. No supe cómo, conseguí abrir mis ojos y encontrarme con una tela blanca muy cerca de mi cara.
Intentaba respirar, pero el aire no hacía nada dentro de mi cuerpo. Tan solo conseguía provocar ruido con el aire que echaba inútilmente de mi boca.
Un golpe seco me asusto y quede quieta con los ojos clavados hacia el centro, con las manos tocando el techo del ataúd. Volvía a dolerme el pecho, pero lo tenía tan asumido el dolor, que no le prestaba la más mínima atención. Volví a quedarme en una posición normal en cuanto escuche como escarbaban, hasta que se abrió la primera puerta o tapa.
Me agarraron del cuello y la cintura con cuidado, sacándome de allí y echándome sobre la fría tierra.
-Quítasela-Escuche decir.
¿Saqueadores de tumbas, acaso? No hice más que abrir los ojos y agarrar de la muñeca a aquel que se acercaba a mi cuello con mano firme.
Madame.B.
Imáginate que te pasa eso a mitad de la noche, yo me muero del susto xD
ResponderEliminarMe ha gustado mucho como has descrito la situación, me he metido en la historia. Cada vez me raya más lo que es esta chica, pero bueno, es interesante jajaja
tQQQQQQQQQQ