miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Se nace o se hace?

 Cuando Víctor cerró la puerta el mundo se abalanzó sobre mí. Siete largos años enterrada. Mi cuerpo tembló ante ese periodo de tiempo. Quise buscar la cama para sentarme y poder reflexionar, pero se me hizo extraño que pudiera ver perfectamente en la oscuridad y no tener que palpar con las manos para encontrarla. Las palabras de Víctor habían sido clavas como hierros candentes en mí, y caí frente a la cama, quedando sentada de costado y con los brazos sobre el colchón.

¿Grey habría conseguido vencer su enfermedad? ¿Y Gabriel? Eso era lo que me daba miedo, por culpa de ser lo que era, de convertirme en un vampiro, lo perdería todo de mi anterior vida humana. El día se me hizo eterno, pero no me moví del suelo, el cuerpo no me dolía, tan solo temblaba de vez en cuando a causa de mi mente. Los sonidos eran ahora más altos que por la noche, seria por que fuera había vida. Intente dormir, cerré los ojos, pero las preguntas eran cada vez más pesadas en mi cabeza. Note el atardecer, como mi piel agradecía el ambiente fresco que proporcionaba, en ese momento me atreví a levantarme y acercarme a la ventana que más cerca me quedaba. Retire cuidadosamente la aterciopelada cortina e intente mirar través el cristal, el sol no se veía pero aun había algo de claridad. Veía a parejas pasear cogida ella al brazo de él. Eche de menos el calor que me daba la compañía de Grey, o el poco tiempo que pude pasar con Gabriel. Los recuerdos me entristecían. Estuve contemplando el exterior hasta que la noche se apodero de las calles.
No tardaron en llamar a la puerta y abrirla sin contemplaciones.

-Pensaba que estarías dormida- me sorprendió la voz de Ryan- si quieres asearte hazlo deprisa, Víctor te espera.

No recordaba que hoy salía fuera, en busca de una victima... No me dio tiempo de hablar, ya que Ryan había desaparecido en cuestión de segundos frente a mis ojos. Con prisa conseguí asearme, deje el cabello suelto ya que se secaba rápidamente, y me enfunde en un vestido  crema sin forma en la falda. Me habían puesto a mi disposición un gran armario con infinitas cantidades de vestidos. Los zapatos eran simples, planos y negros, de punta redonda. Cuando salí de la habitación me encontré a Ryan esperándome, sin mediar palabra me guio hasta el salón principal, donde Víctor se encontraba frente a una chimenea. Llevaba un atuendo... Como si fuera un cazador, quizá con un toque más elegante.

Los dos hombres intercambiaron lo que para mi fueron miradas, y supe que habían mantenido una especie de conversación. Pronto me encontraba montada en un caballo tras Víctor, quien llevaba las riendas.
Me dedique a mantenerme agarrada a él e intentando mantener -decentemente- el equilibrio.  El aire dejo de ser molesto cuando él comenzó a parar a la bestia. Nos habíamos alejado de lo que ahora tendría que llamar mi nueva casa en vista de la nueva y concreta situación.
Baje con su ayuda de la silla de montar, quedando mis manos apoyadas  en sus hombros y las suyas en mi cintura. Ninguno dijo nada, tan solo nos miramos un segundo hasta que sonreí.

-Ya puedes soltarme, estoy en tierra.- aparte una de mis manos al tiempo que el sacudía la cabeza.

-Por supuesto, perdonad mi falta de atención.

Me reí frente a él y supe en el momento que le pareció mal.

-No me mal interpretéis, no hacía falta que os disculparais por tal cosa, ha sido eso lo que me ha hecho gracia, perdonadme ahora a mi por mi vulgaridad- agache en un breve movimiento la cabeza y le mire.

No parecía enfadado, ni que le hubiera molestado. Se había limitado a sonreír. Miro hacia algún punto, y me miro a mí.

-Vamos-Me cogió la mano y tiro de mi para que fuera con él.

-Te sonara extraño Víctor, pero… no quiero quitarle la vida a alguien-Dije bastante segura de mi.

Mientras caminábamos él me miro.

-Es una naturaleza para el ser humano, se nace, se crece y se muere, es una cadena que nadie puede romper-Dijo mirando a lo lejos.

-¿Entonces nosotros?

-Estamos muertos, pero vivimos, nos alimentamos de la sangre que da la vida al humano y con eso nos mantenemos, somos diferentes.

Me limite a suspirar. La verdad, no éramos muy diferentes. Los humanos necesitan nutrirse para vivir y nosotros necesitamos beber de ellos para mantenernos. Aunque, era difícil saber si se nacía o se hacía.

-Mira-Dijo mientras con su brazo freno mi cuerpo.

Mire. Había un hombre, vestido de traje de pies a cabeza, y parecía… ¿ebrio? Se tambaleaba haciendo eses, y parecía que en cualquier momento fuera a caer al suelo. Lo mire detenidamente sin darme cuenta, era como si el latido de su corazón se escuchara a kilómetros. Aparte la mirada y tape mi boca cerrando los ojos con fuerza.

-¿Qué sucede?-Pregunto en voz baja Víctor.

-¡Me duele la boca!-Dije contra mi mano.

-Tranquilízate, son tus colmillos, te acostumbraras y los lograras a controlar-Dijo pasando una mano por mi espalda y rodeándome la cintura.

-Me llevará tiempo, pero ahora…-Intente volver a concentrarme y mirar al hombre- ¿Y ahora qué?

-Llámalo-Dijo muy convencido él.

Lo mire confundida.

-¿Qué lo llame? Pero si no se me su nombre…-Aquello me habría hecho gracia en otras circunstancias.

-No-Me miro y pareció entender una pizca de mi ironía, ya que me miraba con ojos divertidos- Mírale, y ordénale que te mira, que te vea, y se dirija a ti.

Tenía que hacerle caso, era él quien entendía de esto.

Me fije en el hombre que seguía igual de perjudicado que hacía poco tiempo. Sus latidos martillearon mis oídos e intente ignorarlos. Poco a poco, fui pensando lo que le ordenaba. El cuerpo se giro hacia nuestra dirección y nos miro.

-Que se acerque…-me fue indicando Víctor.

Poco a poco conseguía lo que él me iba diciendo y notaba como si yo tuviera una fuerza sobre ese humano.  Víctor me condujo hacia un lugar más solitario y tranquilo, mientras el hombre me seguía. Cuando llegamos, nos quedamos a los pies de un árbol, hasta que el hombre estuvo lo suficiente cerca para que Víctor desapareciera de mi lado, y lo viera agarrar al hombre por detrás tapándole la boca. Se acerco hasta mí, y empecé a ponerme nerviosa. Empezaba a parecer divertido, pero ahora se estaba tornando macabro.

-Esto ya lo has hecho, vamos-Dijo mientras me postraba ante mí el cuerpo aun con vida de aquel hombre.

Deje a un lado todo lo que pude y me acerque a Víctor. Agarre su mano – tenía el brazo pegado al cuerpo del hombre para mantenerlo en pie- y sentí su fuerza y su sed pasar este nuestras manos. Al mirarle, supe que él había sentido lo mismo con mis sensaciones, y estaría igual de sediento que yo. Apreté su mano en un intento de ánimo, y eche a un lado la cabeza del hombre quien debido a su estado no se enteraba de gran cosa. Sabiendo que Víctor estaba allí contemplándome, pase mis uñas –Las cuales habían crecido bastante a causa de mi nuevo ser- y hice una pequeña herida, brindándole a que me acompañara.

Note los colmillos como ejercían presión sobre la piel del humano y como poco después, esta se rasgaba en un sonido seco. Una vez había clavado los colmillos pase la lengua por la herida y en pocos segundos, la sangre manaba de su interior hacia mi boca. El sabor era muy diferente, dulce, fuerte, y caliente. Habían desaparecido el sabor a hierro y el olor a oxido que había sentido antes.

-Kateheryn, basta.-Me aviso la voz de Víctor cogiéndome una mano.

Ante su voz pare rápidamente, y separe mis labios del cuello del cuerpo, el cual cayó sin contemplaciones al suelo. Una vez deje al hombre él me aferro a su cuerpo. Alce la mirada hacia sus ojos. Cuando mire sus labios, no vi rastro de sangre.

-Tengo que estar esplendida con el rostro completamente manchado de sangre…-Susurre.

Él dejo escapar una leve risilla.

-Para nada, solo tienes una gota en el labio inferior, por lo demás, ha sido limpio.-Paso sus manos por mi espalda sujetándome mejor.

Pase mi lengua por el labio inferior y note la pequeña gota. Intrigada por si era cierto que no me había manchado nada, pase un dedo por mis comisuras. No me dio tiempo a comprobar mi mano, cuando el alzaba mi barbilla y me besaba tiernamente.

Al separarse me miro, y yo, falta de razón, abrace su cuello y le devolví el beso siendo aun más largo. Poco a poco nuestras manos fueron ganando terreno en la conversación. Yo de vez en cuando me desasía de sus brazos para caminar hacia ningún lugar y que me siguiera, como un si de un juego se tratara. Cada vez que me cogía del brazo o mano, me arrastraba a él con más poder, más firme. Hasta que obte por no moverme de sus brazos y dejar que me acorralara contra un árbol.

-¿Estáis seguro de lo que hacéis?-Pregunte divertida.

-Como nunca antes lo había estado-Dijo recorriendo mi cuello.

Me estremecía cada vez que su lengua rozaba la piel de mi cuello, hasta que senti un pinchazo en el pecho a causa de la excitación y un quemazón en el cuello demasiado agradable. Jadee sin darme cuenta y lo acerque mucho más a mí. Él, mientras mordía mi cuello, recorrió una de mis piernas alzándola y adentrando su mano en el interior de mi vestido.

-Víctor, aun no…-Intente separar su rostro de mi cuello con ambas manos.

Cuando le separe, hizo un movimiento brusco y yo caí hacia un lado, dándome en un costado con algo duro. No me había hecho daño, pero si me había asustado ante esa reacción.

-No separéis a nadie cuando este bebiendo, somos territoriales por naturaleza, y podemos matar por ello…

-Lo siento, aun no había acabado de aprender una de las más importantes lecciones…

Pensé que había chocado contra una piedra, pero al levantarme, me di cuenta de que, efectivamente, era una piedra, pero una piedra grabada y pulida donde ponía un nombre y una fecha.  
















Madame.B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"