jueves, 16 de diciembre de 2010

Ley de muerte.




Al mirarla vi que había musgo allí donde estaban las letras.

-Katheryn, nos tenemos que ir.-me cogió del brazo.

-No espera-me zafe de su mano y curiosa por saber que ponía retire aquello para leer.

Cuando pude visualizarlo, quede horrorizada. Camine hacia detrás encontrándome con él, rodeándome con los brazos esperando alguna reacción.

-Víctor...-susurre.

-Estas muerta ante los ojos de la vida humana.- dijo suavemente en mi oído.

Y nunca mejor dicho. Ante mi, se encontraba mi tumba.

-Hay... ¿Flores?-mire en el suelo un ramo de rosas rojas algo estropeadas por haber caído sobre ellas.

Mire a Víctor y me soltó.

-No sé porque te he acabado trayendo aquí...-me seguía a cada paso que daba.

Me agache para tocar las rosas, pero cuando lo hice, quede paralizada por ver que al lado de mi tumba, había otra. Acerque la mano para limpiar la fría piedra cuando Víctor me llamo la atención.

-No lo hagas Katheryn.

Pero quería saber de qué se trataba, así que retire la suciedad.

-No puede ser...-murmure.

Grey Divella, ley. Me lleve una mano a los labios depositando un beso en ella y toque la tumba. Era lo único que podía hacer, no podía tomármelo mal, ni siquiera porque ellos, Ryan y Víctor, me hubieran ocultado tal hecho.

Poco a poco, fui recordando toda la vida que pase junto a él, la gran ayuda que me ofreció y el amor que dio.

-Víctor...

No tardo en comprenderme y silbar para que el noble caballo viniera allí donde nos encontrábamos. Me lleve ambas manos al pecho suspirando, era ley de vida como había dicho Víctor, y se había visto afectada por su enfermedad. Él se subió al caballo y me tendió la mano, en un ágil movimiento subí detrás de él. Llegamos en lo que para mí fue un segundo, en cuanto baje de la bestia entre a la casa sin mediar palabra.

-Katheryn, espera-intento pararme.

No quería hablar con nadie, y prefería estar sola. Cruce el salón principal y corrí a mi habitación. Cuando llegue, cerré la puerta y me quede quieta frente a ella cogiéndome a los picaportes.

Y que habría pasado con Gabriel, ¿acaso habría muerto? No podía ser, era joven y ahora tendría que tener cerca de treinta años, por lo que habría conseguido rehacer su vida como tendría que ser en realidad.
La puerta se abrió haciéndome soltar los picaportes y abriendo los ojos para ver de quien se trataba. Sorprendida, me encontré con la mirada de Ryan, quien quedo quieto al encontrarme tan cerca.

-¿Estas bien?-pregunto con  un tono de voz delicado.

-He encontrado el nicho de quien era mi marido junto a la mía, ¿Como quieres que este? Añádele que he matado a una persona que no conocía de nada ni sabía si había hecho daño...-murmure.


Se acerco a mí y cogió una de mis manos. Ahora no estaba para recibir la lección de porque matar para vivir. Sin respuesta ante su acción deje que continuara.

-Se que te es extraño que tan solo puedas sentirte mal...

-Ya sé que el llorar no sirve de nada, pero aunque quisiera no tengo las suficientes fuerzas para hacerlo.-le mire y me devolvió la mirada.

Había comprendido perfectamente que el ser una vampira me limitaba hasta cierto punto, y que mis funciones vitales estaban reducidas, por lo que no podía generar la suficiente lagrima para que cayera de mis ojos, tenía la justa para mantenerlos húmedos.

-Sí, aun que puedo decirte que es mucho mejor de esta forma. Cuando perdí a los míos agradecí ese hecho.-bajo la mirada a mi mano acariciándola.

-Tu...-parpadee y me acorde de que Víctor ya me había mencionado algo-No sabes cuánto lo siento.

Él dejo ver una leve sonrisa al mirarme.

-Siempre he pensado que es mejor así, que no sepan lo que soy o lo que hago-beso mi mano-créeme, lo veras de la misma forma que lo veo yo-al mirarme acaricio una mejilla.

Cerré los ojos ante la pequeña descarga eléctrica que sentí pasar de su mano a mi rostro.

-¿Katheryn?-pregunto él.

-Siento una descarga cada vez que me tocas, incluso cuando coges mi mano...-Abrí los ojos y le vi mirarme detenidamente hasta que dejo escapar una leve carcajada.

-Por que fui yo quien te...-en ese momento su voz se apago-Lo siento, te condene a...

Antes de que pudiera continuar calle sus labios con las gemas de los dedos.

-Me has condenado a vivir eternamente, ¿eso es condena? Ryan, es...

Y ambos lo dijimos al mismo tiempo.

-Ley de muerte.

Aquello nos hizo gracia a ambos y reímos juntos.

-Gracias-le dije

-¿Por qué?

-Por el intento de ser franco conmigo, de intentar hacerme ver las cosas desde otro punto...

En ese momento fue él quien me corto. No se había movido, tenía las manos en la que me tenía cogida. Tan solo me estaba besando, entre abrió su boca para profundizar el beso sin que yo me negara hasta que se termino. Abrí los ojos y no vi a nadie, tan solo las puertas cerradas y yo como una estatua frente a ellas.

Tenía el cuerpo encendido a causa de aquello que me provocaba Ryan al tocarme. Respire hondo, no sabía qué hacer, y no sabía que sentía. Ni siquiera si algo empezaba a ser de verdad. Aquel día, mientras fuera el mundo estaba despierto, yo conseguí dormir.













Madame.B

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"