Sin control.

Aquella noche mis pesadillas fueron demasiado lejos, y todo lo que vi fue guerras, sangre, y muerte. Me desperté sobresaltada, con falta de aire. ¡Los cuerpos! ¡Los cuerpos eran de mi familia, de mi amor! Todos estaban inertes en el suelo, con el rostro pálido, y los ojos abiertos, sin brillo, mirando hacia la misma dirección. Y mi manos… Aquello era una pesadilla, pero cuan real parecía ser. Mis manos manchadas de sangre me aterraban.

Sacudí la cabeza intentando deshacerme de semejantes imágenes. Grey entro con una mujer tras de él con una bandeja de plata que contenía lo que sería mi desayuno.

-Justo a tiempo-Indico a la mujer donde dejar la bandeja, y luego se retiro.

-No tengo mucha hambre…-Mire todo el montón de comida que había allí.

-Come lo que quieras-Este, se sentó a los pies de la cama.- ¿Has dormido bien?

-No, me siento cansada, y… he tenido una pesadilla que…-Intente mantener los sollozos bajo control.

-Vamos-poso su mano sobre una de mis piernas-no te preocupes, tan solo son pesadillas, sueños.

-Pero parecían tan real…-mire su mano y luego a él-¿Cuánto tiempo tengo que estar en reposo?

-Una semana como mucho, las heridas tardaran en curar, fueron grandes y profundas. -Pareció dudar y volvió al habla-¿Qué te paso allí abajo? La cocinera me dijo que entraste… con el rostro pálido, los ojos muy oscuros, y... muy ofuscada. Si fueron mis palabras, siento que te pusieras de ese modo.

Toque su mano que estaba en mi rodilla, y suspire.

-Siento lo que provoque, no era mi intención… Tus palabras me pillaron por sorpresa, nada más.

Se puso en pie, y beso mi mano.

-No te preocupes, tendré cuidado al hablar.-Al dirigirse a la puerta me miro- Tengo veinticuatro años.

Y se fue. No sé cómo me quede en ese momento, solo que me limite a parpadear mirando a la puerta. Veinticuatro, seis años mayor que yo. No sabía si aquello era descomunal, o… deje de pensar en ello. ¿Qué más daba la edad ahora?

Comí poco, pero lo suficiente como para que el cuerpo me digiera basta. Pase un buen rato en la cama, escuchando ruidos de golpes, de gente ajetreada, gritos en francés que no podía entender, y muebles siendo arrastrados hasta que decidí intentar ponerme en pie. Al tocar el suelo, se me escapo un leve grito de dolor. Tenía ambos pies envenados, y había algunas zonas manchadas de sangre. Inmediatamente aparte la mirada de mis pies por la sensación que me dio ver el líquido granate. Cuanto intente poner todo mi peso sobre ello, no pude soportar el dolor, caí nuevamente a la cama mordiendo y aferrando entre mis manos las sabanas y cojines con tal de no soltar chillidos descomunales. Jadeante mire mis pies de nuevo.

-Las heridas no cicatrizan en una semana… ¡Menuda semana me espera!-Suspire resignada-Que se curen gracias a un milagro... ¡O por arte de magia! Que fácil sería entonces….

Eche mi cuerpo hacia atrás, y note un cosquilleo en los pies. Mirando al techo, empecé a pensar en todo lo que me había pasado en este año. La extraña reacción que tuve frente a un cura, el desmayo, llorar de color negro, y mis ojos tornarse de esa tonalidad… Y mis cambios de humor tan súbitos… Sufría de esos cambios hacia tiempo atrás, pero no eran más que pataletas de niña pequeña, ahora esto no podía ser por esa razón…

Pasaron otras dos horas en las que mi cabeza no dejo de dar vueltas a cualquier detalle que pase durando mis malos momentos y algún que otro golpe o ruido de la planta inferior de donde procedían la gran mayoría. Harta de pensar, me incorpore y pensé en volver a probar en levantarme. Al poner ambas extremidades en el suelo, no note nada. Busque rápidamente apoyo para poder ponerme en pie con más cuidado que la otra vez, y para mi fortuna, pude soportar mi propio peso. Empecé a caminar por la alcoba, de una punta a otra. Me sentía torpe por la gran cantidad de vendas que tenía en mis pies. Pero por lo demás, estaba bien.

La puerta se abrió, y quede tras de ella ya que estaba al otro lado de la habitación.

-¿Katheryn?-Dijo preocupada la voz de Grey.

-Aquí.

Se giro bruscamente y entorno la puerta para poderme ver. Iba con una camisa remangada hasta los codos, y el pelo empapado hacia atrás, y con la frente sudorosa.

-¿Qué haces en pie?-Pregunto mirándome de arriba abajo.

-¿Qué sucede? El ruido, y ahora tu…

No me mantuvo la mirada. Me fije, en que sus manos temblaban, y no podía estar quieto.

-¿Y tus pies?

-No me duelen. ¿Me ayudarías a quitarme las vendas? Con todo este montón es difícil caminar.

-No creo que…

Puse mala cara ante su negación, pero rápidamente el asintió y me ayudo, sentada yo en la cama, a quitarme aquel vendaje.

-No…no puede ser-tartamudeo- Es… es…-Me miro alertado y se puso en pie alejándose de mi- es cierto.

Yo, atónita al ver que mis pies estaban completamente sanados, le mire incrédula. Al ponerme en pie para acercarme, se alejo de mí poniendo su mano por delante como si dejara un margen entre los dos.

-¿Qué pasa?

-No te acerques. -Retrocedió- No sé cómo has hecho para que tus pies sanen tan deprisa…

-¿Y crees que yo sí? Quizás las heridas no fueran más que rasguños superficiales… o que el rojo que había en mis pies fuera vino de las copas… ¡no lo sé!

Mi mal humor creció al ver que no confiaba en mí. Di varios pasos más hasta el, consiguiendo tocar uno de sus brazos.

-Grey…

-¡Basta!-Me empujo hacia tras, y me golpee con una cómoda tropezando y quedando sentada en el suelo apoyada contra la cómoda.

¿Cómo se atrevía…? Quede cabizbaja con el pelo por el rostro, y jadeante por el susto. Recogí mis manos en mi falda cerrándolas en puños y conteniendo mi ira dentro de mí.

-¿Por qué ahora me tienes miedo? Me has querido, me has amado… ¿Y solo me has utilizado, verdad? Grey… ¡Grey!-Mi voz sonaba como el de una niña pequeña, pero al final, mi voz se torno oscura y temblorosa.

Le escuche gritar, llamar. Y pasos a gran velocidad subieron las escaleras hasta acercarse a la estancia donde nos encontrábamos.

-Tengan cuidado-Dijo una voz, por lo que parecía, venia de un hombre mayor, casi podía decir anciano. 

–Está sin control.

Dos manos me tocaron y alce la cabeza de inmediato. Dos hombres de gran corpulencia intentaban elevarme. Al mirarlos, parecieron palidecer y quedar como dos estatuas de piedra.

-¡Dios santo!-Exclamo el hombre mayor que estaba en la puerta de la habitación.

Empecé a luchar por un intento de que no me cogieran, ya que ambos hombres habían vuelto en sí. Clave la mirada en un jarrón que se encontraba sobre una pequeña mesa, y desee golpear a uno de los hombres que tenía encima de mí  en la cabeza. Al momento, el jarrón salió disparado hacia la cabeza de uno, haciéndole separar de mis varios pasos con las manos en la cabeza. Estuve más de veinte minutos en los que arrojaba cosas y pataleaba con el fin de que no me agarraran.

-¡Os matare!-Grite a uno de los hombres que se acercaba hacia mí.

En el suelo los cristales esparcidos de un espejo roto me sirvieron como cuchillos, pero  empezaba a estar cansada y estos cayeron al suelo clavándose sobre la madera.  Sentí mi cuerpo derrotado ante tanta brutalidad y no pude más que retroceder para dejarme caer contra una pared.

-Se rinde-Dijo uno de los hombres que ayudo al otro para elevarme.

-No cantes victoria-Dijo el anciano-Solo está agotada por el súbito derroche de energía descontrolada…

-¿Volvería a intentar matarnos?-Pregunto Grey.

-Matarnos, disculpa que te corrija, no te ha atacado en ningún momento, solo a nosotros, sigue…

-Grey, Grey…-Empecé a susurrar cortando tajante al hombre.

Los dos hombres me tenían cogida de manos y pies. Ya no quería poner resistencia ante ellos. No tenía fuerzas, cuando hable, le mire y tire la cabeza hacia detrás en busca de su mirada. Pero no obtuve lo que quería, y me removí. Me agarraron fuerte, tanto que exclame de dolor.

-¡Grey!-Solloce mientras gritaba y notaba que mi garganta se resentía.

Estaba bajando las escaleras, cuando detrás de mí los pasos me hicieron mirar. Era él. Se acerco aun tembloroso a mí y me acaricio la frente.

-Volverás a estar bien, te lo prometo Katheryn.

Dijo mientras me dejaban en el suelo de una habitación sin muebles.