sábado, 18 de septiembre de 2010

Amar sin comprender, vivir sin preguntar.



Este intento tocarme, pero Christopher lo apunto con un revólver. No haría más que herirlo si le disparaba sin causarle la muerte, aunque me causo el mismo pánico que si pudiera hacerlo.

-Elizabeth, ¿Qué es esto?-Gabriel me miraba nervioso.

Yo, que conseguí recuperarme, me erguí y le mire.

-Eso es lo que me preguntaba yo esta mañana y ahora.

Christopher nos miro a ambos desconcertado. Cuando entendió que nos conocíamos se separo levemente, aunque no se separo de mi por precaución.

-¿Qué estás diciendo?

-Puedes irte, gracias igualmente-Mire al hombre que estaba a mi lado.
-¿Segura?

Yo asentí y se fue a paso lento, esperando seguramente a la más mínima oportunidad para volverse y mandar a Gabriel al infierno de dolor.

-Puedes estar contento, eres un maestro inigualable de las mentiras, farsante-Golpee su hombro y camine dirección hacia la habitación que me habían otorgado el matrimonio.

-Pero, ¿Por qué?-logro colarse a mi lado y seguir mi paso.

-¿¡Y aun te preguntas el por qué!?-Me gire hacia él furiosa-no me has contestado a lo que te pregunte esta mañana. Entraste solo para saciar tu aburrimiento o apetito hacia mí, ¿y ahora entras a por más? Para eso contrata a una furcia de la calle que estará dispuesta  a todo y la muchacha no pasara por ningún martirio, tan solo acabara desangrada y no se acribillara a preguntas inútiles durante el día.

Camine nuevamente hacia la habitación y abrí la puerta.

-Estoy en constante vigilancia para que no te suceda nada.

Al abrir la puerta de mi habitación no pude articular palabra alguna. Aquella era la habitación del terror, la ropa de cama destrozada y colgando de las cortinas inexistentes, el colchón destrozado junto con plumas de los cojines por los suelos, había cristales por todos lados. Aquello estaba totalmente destrozado. Gabriel al ver que no decía nada miro hacia la habitación llevándose la misma sorpresa que yo.

-Ha estado aquí-llegue a pronunciar yo.

Gabriel se adentro en la habitación y me cogió de la mano pegándome a su espalda. No sabíamos si seguía allí dentro. Había una ventana abierta con la pared arañada y la madera del marco de esta colgando a trozos. Sí, me tenía que marchar lo antes posible para que nadie resultara herido por mi culpa. La ropa de los armarios estaba desgarrada o prácticamente ni existían, busque el vestido de Verónica y por surte seguía intacto donde estaba.

-Voy a dar un rodeo por toda la casa por el exterior, no andará muy lejos-Gabriel fue hacia la puerta.

-De acuerdo, ten cuidado de que no te maten, si no, yo desaparecería de la faz de la tierra- Las palabras salieron naturales de mí, aunque fueron con maldad hacia él y supe que lo noto, suspiro algo resignado y se marcho.

Me cambie de ropa y retoque el peinado. Lo tenía claro, me iría de allí lo antes posible, daba igual si de día o de noche. Baje al salón donde estaban ellos dos.

-¿Habéis mandado a prepararme un caballo?-Aguantaba la puerta abierta.

-¿Saldrás ahora?-Giselle aparto la mirada de la chimenea y la fijo en mi.

-Si-Mire a Christopher.

-Lo tenéis preparado desde hace escasos minutos.-atizo un tronco de la chimenea.

-Gracias. -Salí de allí como alma que lleva el diablo.

Una vez en los establos vi como un caballo negro azabache se movía impaciente. Me acerque y el animal agacho la cabeza, acaricie la parte de entre sus ojos mirándole. Dio un golpe con la pata delantera en el suelo. Desate las riendas de la columna en la que se encontraba y monte encima de él. No me hizo falta aspearlo demasiado, enseguida me encontraba cabalgando lejos de los terrenos donde había pasado la noche. Conseguí estar varias horas sin parar, hasta que aminore el paso para poder parar en algún lugar y dejar descansar al animal. Lo acerque hasta un rio con tal de que bebiera, y continué con el camino, aunque seguía caminando y lo llevaba de las riendas. Amanecía nublado como cada día que contemplaba en mi vida, intente pensar en cosas que no fueran lo que me preocupaba en realidad, Giselle se me vino a la mente, ahora ella ya no dependía de mi, ahora, si yo moría, ella sentiría dolor, pero no expiraría, tenía una creación echa por ella misma, y aquello le otorgaba el poder de sobrevivir si su señor o señora moría, si no evolucionara hacia ese “nivel”, como en el caso de Erdély, el dolor lo sentí yo, su señora,  al no haber transformado a nadie por si solo.
De entre las copas de unos árboles una gran banda de pájaros salió volando, y yo mire como se iban, empecé a escuchar el paso de un caballo por detrás, y decidí echarme a un lado por tal de si era un carruaje que pudiera pasar, o en caso de que fuera solo uno, que no le cortara el paso.
Las riendas que agarraba con mis manos se escaparon de entre estas, ya que el animal  se puso sobre sus dos patas traseras en un momento determinado relinchando. Logre calmarlo, volvía a parecer tan nervioso y ansioso como cuando lo recogí del establo, hacia el lado derecho del caballo dos más, montados, pasaron a gran velocidad.

Gabriel y Rubén.

No tarde en subirme sobre el caballo y encontrarme tras ellos, Rubén conseguía sacarle ventaja a Gabriel, quien aspeaba el caballo enérgicamente. Nos adentramos por mitad de un pueblo, la gente gritaba de espanto y se empujaban unos a otros contra la pared o hacia adelante para poder correr y salvar sus vidas de ser arroyados por tres caballos. En una esquina el caballo de Gabriel resbalo con la piedra de la calle y perdió distancia, yo conseguí plantarme detrás de Rubén, quien no se percato de ello. Salto unas vallas de un jardín adentrándose en el terrero de una iglesia.
Hice parar al caballo todo lo que pude, y juro que por poco no me comí el suelo a no ser que el animal tuvo el equilibrio suficiente como para mantenerse en pie.

-¡Se dirige hacia su casa!-Gabriel paro unos instantes.

-Se un atajo- Aspee el caballo, y cuando me pregunto cuál era, no tuve tiempo de decirle que me siguiera, él salto la valla y volviendo en busca y captura de Rubén.

La maleza se había adentrado un poco en el camino de tierra por el que iba a gran velocidad, agachada e inclinada hacia delante conseguía esquivar parte de las pequeñas ramas que había por el camino. Salí de aquel camino y ha unos veinte metros estaba la casa de Rubén.  Pero allí no había ningún caballo, ni la puerta entre abierta o luz encendida que se dejara ver entre las ventanas. No baje del caballo, pare frente a la casa y la mire, me producía un tremendo temor volverla a pisar, aunque ahora seria para acabar con aquel licántropo. A lo lejos un caballo relinchaba y galopaba hacia aquí, era Gabriel.

-¡Elizabeth, cuidado!-Gabriel extendió un brazo hacia mi dirección.

Todo paso rápido. Tras esas palabras, me golpearon fuertemente contra el suelo tirándome de la bestia, que esta se encontraba en el suelo intentando ponerse en pie, Al intentarlo yo me agarraron de los hombros junto con el cuello. Sentía en mi oído una respiración fuerte. Gabriel se acercaba corriendo, ya que se había bajado del animal. Me agarraron la barbilla y de un empujón hacia atrás levantaron mi rostro hacia el cielo negro a causa de las nubes, el cual fue atravesado por dos gritos. Uno, el de Gabriel, soltando una fuerte negación y quedando quieto en el mismo instante en el que mi grito salió por mi garganta aullando de dolor. Las manos se deshicieron de mí, y caí al suelo de espaldas. Empecé a saborear mi propia sangre en la boca mientras que mi piel se desasía poco a poco en fino polvo. Intentaba pronunciar algo pero no tenía la fuerza suficiente, pasaron cinco o seis minutos, cuando vi caer a mi lado el cuerpo de Rubén con una bala en la frente humeante, mirándome fijamente ya sin vida. Notaba en mi pecho como el corazón volvía en sí, y sacudía mi pecho con grandes convulsiones.

-¡No, no!-Levanto mi cabeza colocándolo sobre su regazo- Aguanta, por lo que más quieras.

Entorne la mirada con dificultad hacia él. Tenía el rostro descompuesto, no literalmente, si no en figurado, sus sentimientos estaban a flor de piel.
Intentó retirarme la estaca del pecho, pero no pudo, los nervios traicionaron a sus fuerzas. Yo ahogue un grito de dolor, que cada vez eran más fuertes, y salió de mí una especie de gruñido balbuceado.

-Elizabeth...Ahora no, no te puedes ir, seré tuyo siempre- Agarro una mano y la beso- Siempre tuyo.

-Tuya eternamente-Salió de mi garganta, no sin castigarme con una punzada de dolor.

Cerré los ojos, se me secaban por momentos, y la sangre de mi boca, ya seca, no me dejaba decir nada más, tan solo logre cogerle una mano, para poderme despedir del mundo con su tacto en mi piel.

El ruido resonaba en mis tímpanos, y empecé a sentirme bien. Notaba mi cuerpo flotar, como si no pesara nada ya.
“Vuelve por el amor de Dios, vuelve Elizabeth” Susurraba el viento. Todo empezó a teñirse de un claro color blanco, el cual hacía daño a mis ojos. Aquellas palabras fueron como pequeñas gotas de acido encima de mi piel, pero nada que no se pudiera aguantar.
La silueta negra sobre mi rostro empezó a dibujarse, ¿Acaso estaba en el infierno? Me moví inquieta y cogieron un de mis manos.
Tocaron bajo mi cuello hasta llegar casi al principio del pecho con algo frio, pero agradable. Volví a parpadear con tal de definir la silueta.

-No me lo puedo creer-dijo alguien.

-Pues empieza a hacerlo, ahora la eternidad es vuestra-Dijo la voz de una mujer.

-¿Elizabeth?-Me preguntaron.

-¿Si?-mi voz salió algo ronca, y me intente aclarar la garganta.

-Mírame.

Y así lo hice, ajuste la mirada y conseguí verlo todo claro.

-Ga… Gabriel.

-Se acabo, Rubén está muerto.-su sonrisa apareció iluminándole el rostro-Y su sangre te ha dado la vida.

Si, Rubén estaba muerto, y yo viva gracias a él.

Mire a mi alrededor, y los vi a todos, Mi ferviente amor, Gabriel, mi hermana de sangre, Giselle, su marido, Christopher, y por extraño que fuera, vi a mi amor caprichoso, mi amante oscuro, Erdély, quien sonreía y desapareció al mirar por la ventana.
Todos ellos a mi alrededor, dando gracias a quien no debían, pero haciéndolo, y haciendome entender que nunca había estado sola, que en realidad tenía una familia, que la maldad en mi no había habitado nunca, y que por fin podía seguir preguntándome cuantas sorpresas me deparaba la vida ahora que la veía con nuevos ojos.






1 comentario:

  1. Por un momento he pensado que la ibas a mandar al Cielo o algo de eso xD Pero bueno, esta historia tiene un final feliz, con el amor que triunfa y esas cosas que pocas veces escribo yo xDD
    Ahora te toca pensar nuevas ideas para otra historia que me entretenga en momentazos como este de aburrimento, tu veras xDDD A ver si consigue superar esta

    tQQQQQQQQQQQ

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Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"