lunes, 23 de agosto de 2010

Reprochar.


-¡Gabriel!-Le vi adentrarse en el bosque con las manos echadas hacia atrás.

Al pronunciar su nombre paró en seco y se giro. Camino hasta volver a estar a la vista, mientras yo me acercaba.

-¿Qué hacéis aquí?

Pero no hubo respuesta, tan solo me miraba serio, como si estuviera enfadado.

-¡Sé que habéis sido vos quien ha entrado en mi habitación!

Frunció el ceño.

-Yo no he entrado en vuestra estancia, ¡tan solo me he atrevido a pisar vuestro jardín!-Se acerco a mí con un paso.

-¿Entonces no bebí vuestra sangre?-Perpleja di un paso hacia atrás.

-Llevo casi media hora por vuestro jardín y ¿ni siquiera habéis notado mi presencia?- Dio otro paso hacia el frente.

-¡Estaba débil debido a vuestra idea de atacarme sin razón!-Empecé a tenerle miedo, sabia de que era capaz, y aun me hacia tenerle más temor.

-¿Sin razón? Te recuerdo que tu doncella quería herirme.-Me cogió por ambos hombros, haciéndome prisionera de sus brazos.

-Pero yo no se lo ordene- Mire sus manos volviéndome a centrar en sus ojos.

-Pensaba que te había matado.

¿Qué? Parpadee incrédula de lo que había escuchado, pero duro poco mi desconcierto, sentí la rabia de que se preocupara por mi ahora subir a mí cabeza.

-¡Debiste preocuparte de mi hace siglos!-Conseguí librarme de un hombro tensándome todo lo que pude y más.

-Elizabeth escúchame.

-No, escúchame tu a mi Gabriel -Quite su mano de mi- Te tendrías que haber preocupado cuando me dejaste tirada en la orilla de aquel lago, me enamoraste en el baile y me llevaste de la mano hasta tal sitio, me besaste, y pensé que aquello era verdadero, que era cierto. Pero decidiste acabar con mi vida, con mi alma, con todo lo que tenía en mente… Aquel día deje de rezar al notar como mi alma se quemaba al hacerlo, me abrace a un árbol y espere, espere días a que todo aquello terminara. No te preocupaste de si había muerto o no, me dejaste hay sin más. Conseguí olvidar todo lo que ahora te reprocho, aquella vida me gustaba, era el mundo dormido en el subconsciente de los románticos, pero paso el tiempo, y no aparecíais, la gente que quería moría, me gane enemigos, y empecé a detestarme a mí misma. Matar es lo único que apacigua mi guerra interior. ¡Estoy muerta para vos, así que dejadme en paz de una maldita vez!

Su impulso fue pegarme, me dio un bofetón que me hizo girar la cara. Me lleve una mano a la cara aunque no me doliera, era el hecho de que me hubiese puesto la mano encima para ello.

-¡¡Elizabeth!!-Rubén apareció tras de mí, con un puñal en la mano dirección hacia Gabriel.- ¿Estás bien?

Mire a Gabriel casi asustada, i perpleja por lo que acababa de hacer.

-Dejadle -Hice bajar la mano de Rubén- Si, no os preocupes.

-¿Quién es?

-No es nadie, vamos- Empecé a caminar hacia la torre junto con Rubén, quien de vez en cuando miraba hacia atrás.

Me sentía derrumbada, sabía que volvería para ponerme en mi lugar, no está permitido plantar cara al señor o señora. No quería verle de nuevo, después de los años sin verle, ahora que lo veía con más frecuencia se me formaba un nudo en la garganta, y a veces no sabía si era por no gritarle, o por no llorar de coraje para decirle las verdades, sabía que la situación era la misma, pero la manera de expresarla era muy diferente.

Rubén me paso un brazo por encima abrazándome, y lo agradecí. Éramos fuertes, todos los vampiros lo éramos, pero yo sentía aun un aliento humano dentro de mí, si no andaría sola en el mundo, como Gabriel, y Rubén estaría muerto.

-No quiero entrar.-Pare frente a la puerta de la torre.

-Entonces sentémonos en el escalón-Rubén me cogió de la mano ayudándome a sentarme.

El se agacho frente a mí, elevando mi rostro hacia el suyo.

-No quería que os vierais involucrado en esto.- Mire hacia sus ojos grises.

Él negó con la cabeza, y dedico una simple sonrisa.

-Ahora decidme, ¿Quién era ese hombre?

Retire el rostro y mire al suelo.

-No insistáis, no hablare, no me apetece ensuciar palabras que tengan que estar relacionadas con ese hombre.- Junte mis manos en mi regazo.

-Debo decir que la he visto por casualidad, iba a un club cuando he pasado con el carruaje por vuestra casa, y he visto…-Vi como se le hinchaba la vena de la frente.

-No os preocupéis, no ha sido nada.-Le mire y sonreí.

-¿No os habrá dejado marca ese gañan?-Me cogió de la barbilla y giro mi rostro examinándolo.

Reí, y le volví a mirar, parecía mentira que en tan poco el tuviera esa mínima confianza en mí, lo peor de todo era que me temía como acabaría todo dentro de un tiempo. Pasaron veinte minutos en los que hablamos de todo un poco, de donde procedía, sus gustos, que pensaba de los estatus sociales.

-Siento deciros que tengo que entrar, estoy cansada.- Me alcé junto con Rubén.

-Elizabeth-Cogió mi mano y la beso acariciándola-Es un placer hablar con vos.

Sonreí haciéndome un poco la tímida, me despedí con una breve reverencia y entre.

Cuando subía las escaleras, a uno de los lados apareció Giselle.

-¿Por qué no lo habéis matado ya?


1 comentario:

  1. por qué no lo habéis matado ya? ¬¬ eso era lo unico que se te ha ocurrido para dejarme con las ganas igual que siempre!? jajajajajaja

    Ahora con eso de Gabriel, me intriga más quien fue el que entró a la habitación =.= a ver si lo dices ya xD

    tQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQ

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Creyeron que podían usarme y tirarme. Intentaron hacerme pequeña. Sufrí muchas humillaciones, pero ahora estoy por encima de todo. Sí, el precio que pagué fue toda mi mida, pero al fin hallé una salida. Y si de lo malo puede salir algo bueno, el pasado descansa en paz. "Marilyn monroe"