-Señorita Beth, es hora de despertarse.-La voz de Ángela sonó tras un rayo de sol deslumbrando en mi rostro.
Aclare mi voz, y aun con los ojos cerrados, le pedí un gran favor.
-¿Habéis despertado ya a mis otras dos hermanas?-froté mis ojos.
-No, como siempre la he despertado a usted primera.- Escuche la puerta de mi armario, preparaba mi ropa.
-Guarda de nuevo esto en el cajón de las cartas de mi hermana Anna antes de despertarla.-Busque bajo los cojines y se la tendí.
-De acuerdo.-La cogió y salio.
Me di un baño de agua tibia, y me vestí con un vestido largo, dejando los hombros al aire y manga larga de un color naranja fuego, colocando un pequeño colgante, me recogí dos mechones tras la cabeza, y salí dirección al salón, donde aun no había nadie.
Miraba por un gran ventanal mientras el sol deslumbraba en todo su esplendor. Muchas de las flores habían florecido, y el paisaje estaba invadido de colores vivos.
Vi a varios pájaros volar por las copas de los arces y llorones persiguiéndose mutuamente.
-¿Hace un esplendido día, verdad?-La voz de Lili interrumpió mis pensamientos.
-Si, la vuelta de Alejandro no se vera afectada por el tiempo como su ida-Me gire hacia ella apartando la mirada de la ventana.
Lucia un precioso vestido azul celeste, con bordados de hilo de oro.
Lili tuvo que darse cuenta, porque dio una vuelta enseñándomelo.
-¿Te gusta? Me lo ha regalado Amelie, allí en París esto es la última moda.
Parecía mentira que se dejara guiar por lo mucho que importaba fuera lo que vestía, o las amistades que tenia, nunca lo llegaría a entender, aunque sabia demasiado del prestigio y aquello se veía implicado en ello.
-La señorita Anna pide que empecéis sin ella.-Ángela sirvió el desayuno,
Mire a Lili, mientras se sentaba y tendía la servilleta en su regazo. No me preocupe demasiado, ya tenia bastante en mi cabeza como para hacerlo, así que al igual que mi hermana mayor, desayune.
Hacia las once de la mañana salí al jardín a dar un pequeño paseo, encontrándome con Ángela, quien tendía unas sabanas.
-¿Que ha pasado?
-La señora Anna se ha levantado muy débil a causa de su periodo, y esta noche había manchado toda su cama.-Recogió el cesto y mirándome, se despidió y volvió a sus tareas.
Era tan solo eso, era cierto, no tenia por que preocuparme.
Las rosas blancas estaban completamente abiertas junto con las rojas, había jazmín a su alrededor que albergaba el jardín de un aire fresco. Los arbustos permanecían acorde unos con otros formando una pequeña muralla verde al límite de la casa. De fondo, se veía todo el pueblo brillar con el sol de la mañana. Algunas casas ya echaban humo blanco. Me adentre al pequeño laberinto con ganas de ver la fuente y oír el agua caer.
-Padres, espero que estéis bien, que vuestros problemas se solucionen, y que viváis aun… -Tenia un pequeño rosario en las manos que daba vueltas. Mencionar a mis padres me alteraba.
El grito de un águila hizo que mirara al cielo, habían aparecido varias nubes blancas y todo se había quedado en silencio. El corazón me latió de una manera extraña, sin llegarse a alterar del todo, el olor de jazmín era intenso, mas que si lo oliera directamente de su flor. Un cuervo salio de entre los arbustos y se poso en la estatua que lucia la fuente. Empezó a dar su particular canto, macabro y muy siniestro, haciéndome temer la presencia de alguien mas allí. Las manos empezaron a temblarme, junto con el cuerpo. Me decidí a salir del pequeño laberinto, cuando tras de mi empecé a oír pasos que cada vez eran mas rápidos.
El rosario se cayó de mis manos al coger el vestido con la intención de correr, el miedo se había apoderado de mi alma, y tenía los ojos aguados.
Corrí hasta salir del laberinto y chocar con alguien, empecé a gritar, pensando que era el intruso.
-¡Beth, Beth, soy yo, Alejandro!-Notaba como me presionaba contra su pecho.
Disminuí mi forcejeo al oler el aroma de almendra tostada y vainilla que su piel desprendía. Los ojos seguían inundados, y toda yo temblaba, mi respiración era irregular a causa de la carrera hacia el exterior.
-¡OH dios mío! Hay alguien… ¡Hay alguien!-Fue lo poco que pude decir, Alejandro me había cogido en brazos y me había aferrado a su cuello.
Escuche muchísimo ruido a mi alrededor, Ángela y Anna alzaban la voz a causa del nerviosismo y Lili me retiraba el pelo de la frente.
-¿Qué ha pasado?- Lili paso sus manos por mis mejillas rosadas y las note calientes, mi temperatura había bajado.
-Ha salido corriendo del jardín, decía que había alguien allí fuera.-Alejandro caminaba hacia alguna dirección mientras les seguían otras pisadas.
Note el mullido colchón junto con la almohada bajo mí.
-Ángela, trae varias mantas, esta helada, Anna, llama al doctor, dile que es urgente.- Tenia cogida una de mis manos- esta temblando…
-Saldré a ver si hay alguien.
-No, no…quédate, no te vuelvas a ir.- Mi voz salía en un fino hilo. Tenía los ojos cerrados y continuaban cayendo lágrimas de ellos.
-Tranquila, estoy aquí, no me iré.-El colchón se cedió de un lado.
Me he rayado mucho con la historia, pero me ha gustado... ha sido... intenso jajaja
ResponderEliminarEnfin, no he podido comentarte antes, porque no me funcionaba el blog, no sé por qué pero bueno xD
tQQQQQ