El canto de los pájaros se colaba por una pequeña rendija, haciéndome despertar de una forma relajada, algunos rayos de sol entraban a través de las cortinas echadas iluminando el rostro de Alejandro, quien dormía en un sillón en muy mala postura.
-Alejandro…-Aun tenía los ojos entre cerrados, y me costaba visualizarlo bien.
Su respiración se altero levemente, estaba respirando profundamente y se removió en el sillón desperezándose y quejándose por el dolor del cuerpo.
-Te has despertado -Se inclino hacia adelante.
Asentí con la cabeza, aun un poco mareada.
-Parece que no has dormido bien-Me hice a un lado de la cama- Échate por lo menos unos minutos, habrás dormido en tensión por mi culpa.
No se negó, se echo sobre la manta con tal de no meterse dentro, y me abrazo besándome en la frente, apoyando su cabeza en la mía, y haciéndome quedar dormida de nuevo escuchando sus latidos.
Me levante tarde, sola en la cama, y con la sensación de haber dormido días, me pegue un baño rápido, y me arregle muy poco. Desayune sola escuchando las risas de mis hermanas junto con la de mi hermano.
-¿Señorita, esta usted mejor?-Ángela se sentó en una silla junto a mi lado agarrándome una mano.
-Si, gracias-La mire y le mostré una sonrisa sincera, me sentía bastante bien- ¿Como han amanecido ellos?-Mire por la ventana.
-Algo preocupados por usted, pero se han distraído con las anécdotas de su hermano, y han salido a tomar el aire.
Alejandro miro hacia mí en un pequeño soslayo antes de que yo apartara la mirada de él para fijarla en Ángela. Fue una mirada cautivadora, que me dejo sin respiración un segundo. En aquel instante no supe como tomarme aquella mirada, era quien se ocupaba de la casa, de nosotras, de las cuentas en gran mayoría, y le tenía un especial respeto por ello, aunque no negaba que lo tenía como a algo más que un hermano, algo, que nunca me he atrevido a pensar y descubrir lo que de verdad siento hacia él por encontrarme con algo no deseado.
-Ándese con cuidado señorita Beth.
Mire a Ángela, era cierto que le había confesado algunos pensamientos hacia mi hermano, pero no sabia hasta que punto llegaba a imaginar su mente lo que yo sentía.
-No te confundas, no siento mas que amor de familia hacia él, siempre es quien se preocupa por mi en mis peores momentos, y le debo mucho.-Baje mis manos ha mi regazo.
Se levanto de la silla y recogió mi desayuno, mirándome con preocupación.
-Estaré bien, tranquila- Alce la mirada hacia ella, quien me sonrió.
-Os tomare la palabra pues.
-Tendríamos que salir un día del pueblo, y ver mundo-Lili entraba eufórica tras de Anna, la cual daba giros sobre si misma, riéndose.
-A mi me gustaría volver a España, es preciosa- Se sentó en una pequeña butaca alrededor de la chimenea que estaba apagada.
-Claro vosotras soñar, nadie os negara hacerlo.
-Por fin despierta, ¿como estas?-Lili se acerco postrando sobre mi hombro una mano suya.
Alce la mirada.
-Bien, gracias-Mire a mi hermano- ¿Saliste allí fuera cuando quede dormida?
Sabía que la pregunta no le pillaría por sorpresa, seguramente estaría esperando a que se la hiciera.
-No había nadie. Recorrí el laberinto varias veces, ya sabes que hay varias formas de encontrar la salida, padre nos lo enseño, y no hay ningún lugar en el que encontrara a persona o animal, me extraña.- Se sentó en el otro extremo de la mesa.
Baje la cabeza, ¿Cómo era que no había nadie? Estaba segura de que alguien me perseguía, o por lo menos me observaba de cerca. Me habrían tomado por loca. Mis dos hermanas nuevamente empezaron a hablar con Alejandro, quien les seguía la conversación.
-Con permiso…-Mi tono de voz fue bajo, no quería molestar, me levante y fui a mi habitación para pensar más tranquilamente.
Podía ver el maldito laberinto por la ventana, y me quede viendo la entrada a este. No había nada fuera de lo normal, y los pajarillos volaban tranquilamente, pero salio por la entrada dando pequeños brincos el cuervo que vi el día anterior, pió una sola vez y extendió sus alas.
Empezaba a odiar ha aquel pajarraco, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció, dejándome tan confusa como cuando había aparecido. Me tenia intrigada que un cuervo viviera cerca de nuestra casa, no había ningún granjero cerca que tuviera un huerto donde se pudiera alimentar.
Tenía amarradas las cortinas con mucha fuerza, tanta que me dolía el puño, estaba en tensión, todo mi cuerpo lo estaba, mi mente parecía haberse alertado de algún mal, pero el cuervo ya se había esfumado, y me encontraba sola en mi estancia.
-En la carta te mencione un pequeño regalo, ¿no?- La voz de Alejandro por poco no me hizo gritar del espanto que acababa de sufrir.
Al mirarle mis manos se posaban en mi pecho, notando como mi corazón estaba alterado. Él me miro extrañado, aunque luego se transformo en una mueca de risa.
-¿Por qué no has tocado a la puerta?- cogí aire, era lo poco que me faltaba por recuperar.
-Lo he hecho, aunque no me has contestado sabia que estabas aquí, y quería darte esto- se acerco a mi- gírate.
Le hice caso omiso y le di la espalda. Retiro mi cabello hacia un lado, y coloco en mi cuello un pequeño colgante dorado, con dos preciosos cristales blancos tallados que brillaban sin más no poder.
Bellissimo post.
ResponderEliminarGio'
no me ha hexo muxa gracia, la verdad. No es nada personal, pero la historia del amor entre hermanos es una historia que ya he hexo yo y como que a mi el plagio no me gusta... A parte que es algo que ya se dio a entender en los Borgia, que de ahi fue donde saqué yo mi idea, asi que... Esta vez no, lo siento, pero no
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