Caos.

El Desagüe tragaba agua manchada de sangre que caía de mi labio. Esta vez había ido mas allá de lo normal, esta noche había sido la peor de todas. Cada día, cuando caía la noche me entraba el miedo.

Me mire en el espejo donde se reflejaban mis ojos enrojecidos, aparte la mirada para que no se me quedara grabada en la mente cada vez que cerrara los ojos.

Cada tarde Anthony venia para que le dejara entrar. Pero seguía estando en condiciones mínimas para que me viera.

Necesitaba llamarlo y darle alguna explicación valida para que me creyera y tuviera una razón para que no viniera más.

Salí del cuarto de baño pasando por el dormitorio donde Víctor dormía, Salí de allí y baje a la cocina, donde había el teléfono fijo. Descolgué y marque el número. Dieron tres tonos, no hizo falta más para que contestara.

-¿Dígame?

Cogí aire, pues había estando ahogando el llanto y  quería sonar normal.

-Anthony, soy Catheryn. Siento que no nos veamos, pero…- Calle un momento, respirando pausadamente, me seria difícil engañarle.

-¡Catheryn! ¿Que te pasa? Nunca abres y…

-Viktor ya no sale hasta tan tarde y seria un riesgo demasiado grande vernos. Lo siento.

- Espera, ¡No cuelgues!

En aquel preciso momento agarraron mi codo con fuerza y me giraron, encontrándome con Viktor de frente.

-No, no por favor, ¡Víktor, no!- se me callo el teléfono de las manos, dejándolo colgado del cable. Escuche la voz de Anthony llamarme.

Me giro la cara con un simple guantazo haciendo que cayera al suelo. El teléfono estaba a la altura de mi cabeza, y escuche como comunicaba. Había colgado.

Me levanto agarrándome del brazo y zarandeándome como si fuera una muñeca de trapo vieja.

-¡¿Qué hacías hablando con otro!?- me empujo.

Me golpee con la campana extractora nublándome la vista.

Aporrearon la puerta con fuerza y gritando el nombre de Viktor. En uno de los golpes, escuche la madera de la puerta ceder. Visualice dos sombras y empecé a escuchar gritos.

-¡No, no…!- me temía lo peor.

Los jarrones que había sobre la mesa habían caído al suelo y con ellos una silueta. No la vi reaccionar, tan solo quedarse allí quieta.

Me levantaron. Cerré los ojos esperando a que me asestaran el último golpe.

- Se acabo, tranquila.- Acariciaron mi mejilla.

La voz me tranquilizo, era él. Me cogió en brazos y escuche sirenas de policía cerca. El cuerpo me empezó a temblar, me estaba quedando helada. Anthony me apretó contra su pecho sintiendo así el calor. Esta cansada, muy cansada, los últimos meses habían sido un caos total. 

Allí, en sus brazos, quede dormida.