Alce mi
mano ante el viento desnuda, mostrando una palma palida y unos dedos finos y
largos. Notaba como el frio del invierno se clavaba en mis huesos como aceradas
astillas sedientas de dolor. Levante la mirada viendo mis dedos temblar débilmente.
No había suficientes gotas de lluvia para
igualar las derrochadas por mis ojos.
El agua caía ante mi mano buscando en ella el hoyo
del fondo, la cavidad perfecta para mantenerse quieta. Acumulada en inanidad,
se escurrían entre mis dedos las gotas que más valientes huían. La respiración entrecortada
que salía de mi garganta creaba pequeñas nubes que se desvanecían en el húmedo ambiente.
Antes de que mi mente divagara por los lugares
más repudiados de mi pensamiento, salvándome de la locura, el calor se apodero
de mi cuerpo.
El peso que mantenía mis pies firmes acabo por
derrumbarse sin caer, mi cuerpo se mantuvo erguido. El aire de mis pulmones salió
lánguidamente, con miedo a despertar de lo que podía ser una quimera insondable. Note sus dedos asir mi piel trémula y fría
confiriéndome un tacto violento. Su
mejilla se aposto junto a la mía mientras su rostro se movía dejando que sus
labios dosificaran besos en mi quijada.
Aferré sus manos con las mías mientras él las mantenía
clavadas en el vientre plano de mi anatomía. Ladee el rostro dejándole el paso
a mi cuello depositando en él mi peso.
Sus labios recorrían la piel lentamente como
si quisieran paladear la lluvia que había caído en mí, cada roce era un
estremecimiento de mi cuerpo, cada beso era renunciar al hálito. Alce un brazo,
rodeando su nuca y buscando su mejilla queriendo encomendar allí un tierno beso
a petición de más.
Una de sus manos dirimió por mi pierna
anclando los dedos en el muslo forzando a abandonar con esa extremidad el suelo
entarquinado que había bajo nuestros pies. Agarró mi mano y tiro de ella haciéndome
levantar el brazo hacia uno de mis laterales notando como en óculos
atropellados, recorría el sendero de la devastación trazado en él.
Enajenada y ligeramente mareada, enfoque mi
mirada a su rostro mientras sonreía ampliamente. Volví a posar el pie en el
suelo mientras que con un movimiento afable, me hizo virar bajo el eje de su
mano y acabar anverso a su rostro inmovilizado ahora por mis dos manos ansiando
besarle. Cerré los ojos mientras dejaba el aliento escapar de mi antes de
poderle sentir.
Deslumbrada por él sol que acababa de emerger
frente a mí, el tumulto de ponderaciones y alabancias creció en el ambiente que
hacía unos minutos había lucido tenso, decadente y tormentoso.
Parpadee para poder distinguir cada rostro desconocido,
manifestando una sonrisa al publico colocándome instintivamente recta e inclinándome
hacia adelante postrándome… a mi público.
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